MARISA LUPIÓN CASAS



"Entré y salí de la organización por mi sinceridad"



Me llamo Marisa Lupión Casas, tengo 32 años y me dispongo a relatar mi experiencia como testigo de Jehová por si a alguien le puede servir de estimulo o empuje para una decisión vital.

Fue en el año 88 cuando comencé a relacionarme de forma directa con este grupo. Yo era estudiante de Magisterio, gracias a Dios ya en el último curso, pues de no haber sido así, posiblemente ni siquiera hubiera comenzado la carrera, cosa muy habitual entre los testigos. Hasta ahora la organización siempre habia obligado sutilmente a sus componentes a no estudiar mas que lo imprescindible. Esto a mí nunca me había parecido bien, pues considero que la cultura es imprescindible para todo el mundo pero especialmente para los jóvenes y por lo tanto no veía razonable el que siempre se les animara a comenzar el precursorado cuando terminaran la educación básica, de este modo solo se consiguen pésimos precursores incapaces de defender una idea con coherencia, cosa que pude comprobar en muchas ocasiones. Este consejo servia para que jóvenes que no querían estudiar se vieran respaldados por la organización para no hacerlo teniendo la escusa perfecta para eludir sus obligaciones lectivas. Por otra parte hay algunos jóvenes que sí tienen inquietudes intelectuales, pero sus padres, influenciados por la organización, las menosprecian y anulan. ¿Qué produce todo esto? Incultos que ignoran su infelicidad e intelectuales infelices frustados por su incultura.

Claro, debemos notar que este consejo favorece en gran manera a la propia organización, pues así mantiene su volumen de mentes listas para manipular.

Bueno, como iba diciendo yo era estudiante y mis padres, después de muchos años, empezaron de nuevo un estudio bíblico y aunque yo no quería, la gran insistencia de una testigo muy sincera y a la que respeto mucho por ello, hizo que yo comenzara a estudiar la Biblia, movida también por dar respuesta a las normales inquietudes de una joven estudiante: el origen de la vida, el por qué de las desgracias humanas, el destino de la humanidad, qué hay después de la muerte, y otras cuestiones parecidas.

Fuí una estudiante bíblica ejemplar, pues en un año me bauticé, cogí el precursorado auxiliar y después el regular en una congregación de necesidad a la que me enviaron con otras tres precursoras. Mi tiempo estaba totalmente dedicado a la organización, mi vida era un auténtico agobio; no sé como pude resistir aquel ritmo. Salía de trabajar a las tres, tardaba media hora en llegar a mi casa, luego comía, me vestía de "testigo" y a las cuatro y media debía estar en el pueblo para asistir a la salida previa a la predicación, además debíamos ser puntuales para ser precursoras ejemplares. Os podéis hacer una idea de la carga física y psicológica que tuve que aguantar durante cuatro a os, hasta que nos destinaron a otra congregación más cercana a nuestros domicilios, dentro de la misma capital (Granada). Aún así no dejó de ser estresante puesto que las obligaciones de una precursora no acaban con dedicar 90 horas mensuales a la predicación, (ahora por cierto las han reducido a 70 para alivio de muchos que soportan la situación que yo soporté), sino que se unen otras muchas no menos importante: preparación de asignaciones, reuniones especiales, visitas a enfermos, apoyo a jóvenes, etc. Además por mi carácter abierto, me utilizaban mucho en todos estos aspectos. Así he pasado siete importantes años de mi vida, que a pesar de ser relativamente pocos, han sido tan dedicados e intensos que cuando miro atrás siempre predominan éstos en mi mente. Ni los anteriores ni los posteriores me han marcado tanto. Fue al dejar a los testigos cuando descubrí el por qué provoca la organización este gran estrés y los mantiene tan ocupados, no quiere dejarles tiempo para pensar, es muy peligroso. Así su plan consiste en, por un lado preparar a personas incapaces de pensar, y por otro no dejarles tiempo para hacerlo.

Honradamente no puedo decir que fuera infeliz durante este tiempo, pero también está claro que antes y después de esto, fuí y soy feliz sin ser esclava de tantos quehaceres impuestos que nublaron otros aspectos mucho más importantes de la vida.

Desde el punto de vista de los ancianos y otros miembros de la congregación, yo era una testigo modelo, y hago hincapié en esto para mostrar la importante decisión que tuve que tomar y el dilema al que me enfrenté.

Todo empezó cuando en mi lugar de trabajo con dos testigos más, uno de ellos mi jefe, empezamos a hablar sobre algunos cambios radicales en ense anzas que habían sido dogmáticas, como la separación de las ovejas y las cabras, y sobre la duración de la "generación" que nació en el 1914. En cuanto a lo de las ovejas y las cabras no podía dejar de sentir vergüenza por lo ridícula que me veía a mi misma cuando recordaba la de veces que había defendido en las puertas el punto de vista de la organización sobre que la separación se está realizando ahora en la tierra mediante la predicación, que por supuesto, nosotros estábamos haciendo, mientras que ellos me decían que no, que esa separación la haría Dios después. ¿Qué debía hacer yo ahora, ir de nuevo a los hogares de las personas, disculparme y decirles que en realidad ellos tenían razón? Sentí gran vergüenza por haber defendido una idea ajena y además equivocada. Yo me preguntaba: ¿es que el Espíritu Santo de Jehová ha transmitido este conocimiento a los demás antes que a su propio pueblo, o es que quizá éste no sea su pueblo y por eso aún no lo sabían?

Poco a poco mis compañeros fueron profundizando cada vez mas y compartían conmigo lo que iban descubriendo. Al ir comprobando los detalles que me aportaban, se fue despertando mi curiosidad y fuí cambiando mi forma de pensar.

Mientras ocurre todo esto yo contraje matrimonio y justo a la vuelta del viaje de novios mi marido recibe una citación para hacer el servicio civil sustitutorio. Él había presentado una solicitud para ser declarado Objetor de Conciencia, ésta le había sido aprobada, pero claro, las cambiantes directrices de la Sociedad decían entonces que en el momento de incorporarse al servicio se firmara la renuncia, de esta forma no seria "parte del mundo". Este proceder era obligado si no querías ser expulsado de la congregación. ¡Qué ironía! eres objetor de conciencia pero de qué conciencia, de la tuya o de la de ellos? pues si la tuya te dicta algo diferente a la de ellos automáticamente te echan de su organización, ¿dónde está entonces tu libertad de decisión?.

Y precisamente el día que tenia que acudir al Ayuntamiento de Las Gabias (Granada) para firmar la renuncia, recibimos en mi trabajo una Atalaya por suscripción, que por curiosidad abrimos y echándole una ojeada sospechamos que venia algo sobre el servicio sustitutorio. Cual no fue nuestra sorpresa cuando al buscar a toda prisa, leemos que se debe considerar ejemplar a un Testigo que libremente decida hacer el servicio social. ¿Os podéis imaginar la situación? ¡En esos momentos estaban mi marido y otro testigo disponiéndose a firmar la renuncia al servicio cuando se recibe una llamada telefónica en el mismo Ayuntamiento para que no firmen nada y de inmediato se pongan en contacto conmigo!. Después de comunicarles la nueva decisión del "cuerpo gobernante" se personaron de nuevo en el Ayuntamiento con un cambio radical de opinión: hacía un cuarto de hora no iban a hacer el servicio pero ahora ya sí.

Durante algún tiempo fueron la comidilla del personal que allí trabajaba, aparte de la gran vergüenza que sintieron por verse manipulados de esa forma por un grupo de personas que dicen velar por los intereses de los demás. Esto muestra cómo la vida de los que pertenecen a la organización está movida por el hilo que ella maneja. En esos momentos nos preguntamos y además se lo hicimos saber a los ancianos, hasta qué punto la organización de los testigos de Jehová está dirigida por el Espíritu Santo. ¿Cambia Jehová de opinión de un día para otro? Además, ¿cuando tomó el cuerpo gobernante esta decisión?, ¿por qué esperar a la llegada de la Atalaya para comunicarlo?, pues cuando ha sido necesario pedir dinero para cualquier cosa manda una circular urgente, no esperan ni a la hoja del ministerio ni a la Atalaya. Pero está claro que para ellos es mucho más importante el dinero que las vidas de las personas y lo que a ellas les pueda suceder.

¿Qué hubiera ocurrido si mi jefe no hubiera estado suscrito a la Atalaya? Mi marido y su compañero hubieran firmado la renuncia y automáticamente se habrían enfrentado al gran problema al que se han enfrentado ya otros centenares de jóvenes testigos que no tuvieron tanta suerte como ellos: juicios, multas, gastos de abogados, y algunos de ellos, meses de cárcel.

Después de esto, nuestra asistencia a las reuniones fue disminuyendo. Nos llamaron la atención por compartir nuestras dudas y opiniones con otros testigos, gracias a lo cual algunos de ellos también tomaron la misma decisión que nosotros, la de desasociarnos de una organización que manipula a sus adeptos con mentiras, moviendo los corazones sinceros con artimañas engañosas a actuar como a ellos les conviene.

Por entrar en esta organización perdí varios puestos de trabajo envidiables, asunto que sirvió de ejemplo en reuniones y Asambleas. También perdí verdaderos amigos pues poco a poco me fueron separando de ellos hasta que me alejaron radicalmente. Esto ocurre inevitablemente con todo el que llega a formar parte de la organización. Esta nos hace ver que son ellos, los amigos y familiares quienes se alejan, pero ahora he podido comprobar que no es así, puedo asegurar que eso no es más que otra sutil mentira que enmascara sus artimañas. Y esto también tiene un motivo: reducir el círculo de amistades a la congregación, así se aseguran la permanencia en ella de sus adeptos, pues de otro modo, ¿a dónde van a ir, si ya no tienen a nadie a quien acudir?. Pero no hay que preocuparse pues hay mucha gente dispuesta a aceptar una nueva amistad sincera, muy a pesar de la organización.

Entré en la organización por mi sinceridad, y ésta misma me obligó a abandonarla. Os podéis imaginar las consecuencias: supuestos amigos que dejan de hablarte, te critican y justifican con malos motivos tu forma de actuar. Todo lo bueno y ejemplar que había sido antes, ahora se vuelve contra mí y no sirve para limpiar el oprobio que recibo a partir de entonces.

Pero muy a pesar de ellos mi experiencia no les va a servir como ejemplo de lo mal que les va a las personas que abandonan el "pueblo de Dios", pues tanto yo, como mi marido, familiares y amigos que nos hemos quitado las ataduras que imponen la organización, nos hemos liberado y somos personas totalmente felices, llevamos vidas honestas y normales, no hemos perdido nuestros principios ni moralidad, claro que ellos no lo van a reconocer.

Yo me pregunto: ¿Cómo pueden ellos quejarse de las críticas recibidas por los de afuera cuando ellos actúan como "asesinos simbólicos" para los que han estado dentro?.

Estoy feliz y contenta porque mi hijo crecerá, en la medida de lo posible, como un ni o normal, con las obligaciones propias de su edad y no con las impuestas por una organización mentirosa, egoísta y manipuladora.

Contribuido.


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