JESUS FLORES



"Reflexiones sobre las matemáticas"



Mi encuentro con la "verdad" fue hace ya varios años cuando yo era tan solo un niño. Siempre me inquietaban las cuestiones espirituales. Nos visitaban a menudo en casa y nos dejaron el libro "Escuchando al Gran Maestro." Yo lo leía en las tardes y tengo muy grabada en mi mente el momento cuando leí que el nombre de Dios es Jehová. Recuerdo que bajé corriendo a decírselo a mi madre, pero ella no se emocionó como yo al saber esto.

Al paso de los años y de las constantes visitas que nos hacían, mi madre aceptó un estudio bíblico en casa. Yo quería estudiar el libro "Historias Bíblicas" pero la hermana insistió en que debería aprender con el libro "La Verdad". Pasaban los años y parecía que no progresábamos ya que avanzábamos muy despacio en el libro. Fue entonces que nos dejaron una revista Despertad que hablaba de la pobreza (22 de mayo de 1982). Esa revista me impactó profundamente y fuí a buscar a la hermana para que me diera más revistas. Las leí todas ellas con gran emoción y fue entonces que, yo solo empecé a asistir a las reuniones.

Al principio me impresionaba la seriedad del lugar, ya que todos iban con corbata y eso a mí me intimidaba. Los hermanos al verme tan joven, solo y con muchas preguntas me animaban con sus palabras. Fue entonces cuando me llegó al corazón el mensaje y empecé a progresar en la "verdad". Era muy celoso y entusiasta pero al poco tiempo me ví envuelto en la cuestión de la neutralidad cristiana. No querer saludar la bandera me puso en un compromiso, ya que mi familia se opuso a mis ideas y se negaron a que continuara estudiando con los testigos. Sin embargo yo continúe solo en la lucha y defendía a capa y espada lo que iba aprendiendo. Los hermanos me decían que era mi persecución.

Cuando terminé la escuela secundaria, mi madre se empeñó en que estudiara una carrera militar para que así se me borrara de la cabeza las ideas de los Testigos. Fueron años difíciles para mí porque yo no quise hacerlo; esto me trajo el odio de mi familia. Sin embargo yo, a escondidas, iba a las reuniones. Asistía a diferentes "compañías" (congregaciones) como así sé les llamaba en México en aquellos años, ya que teníamos una lenguaje especial en las reuniones; incluso no orábamos ni cantábamos. Cuando leí el libro Crisis de Conciencia fue cuando entendí por qué era así. Yo era muy querido en todo el circuito debido a mis andanzas por él.

Al llegar a mi juventud deseé bautizarme, pero para ello tenía que enfrentarme a mi familia y así lo hice. A regañadientes aceptaron el que yo estudiara. Después de mi bautizo me dediqué por completo al servio del campo. Como en aquellos años era estudiante tenía mucho tiempo libre además de aprietos económicos, pero daba clases porque me gustaba la escuela y la enseñanza y así obtenía dinero para poder ser como los demás testigos: con corbata, mostrando mi ser externo y no mi ser interno.

Al acercarse el tiempo en que tenía que decidir qué estudiar me enfrenté a la apatía de los hermanos ya que "como el fin estaba tan cerca no me convenía estudiar." así que para evitar problemas con los hermanos decidí estudiar la carrera de Matemáticas en secreto.

Por aquel tiempo fui sorteado para hacer mi servicio militar que en México es obligatorio a los 18 años, recuerdo muy bien el día en que los hermanos me dijeron que diera un soborno para evitar marchar. Eso al principio no lo entendí. Se me hacía una falta grave a mis convicciones dar un soborno y poder sacar mi cartilla, pero viendo yo que era aprobado por los hermanos terminé haciéndolo, ya que sin ese documento uno no puede salir del país, ni puede solicitar un trabajo, ni puede casarse. Al principio me sentí incomodo conmigo mismo, pero al ver la aprobación de los hermanos terminé por no preocuparme más del asunto.

Cuando terminé la carrera empecé a ver las cosas de una forma diferente. Empece a trabajar y a ganar un buen salario en comparación con la mayoría de los testigos de mi alrededor que por voluntad de sus padres se quedaron con tan solo los estudios básicos. Ahora ellos sufren mucho por no haber estudiado y yo doy gracias por no haberme dejado llevar por la mala influencia de la organización.

El anciano presidente de mi congregación, al ver mi progreso económico me empezó a limitar en mis privilegios y trató de opacar mi reputación por el solo hecho de haber estudiado. Me mantenía en "el hielo," no me permitía progresar y me limitaba mis comentarios en las reuniones. Por ese entonces la congregación Villa de Cortes tubo muchos problemas ya que este anciano, Cuahuctemoc Jurado Nava, solo quería la prominencia para sí y no le importaba el rebaño. Muchos dejaron la organización, otros fueron expulsados, entre esos yo, ya que tuve problemas de inmoralidad sexual. La congregación terminó por desaparecer y este anciano, después de todo el daño ocasionado a la congregación, solo se le transfirió de congregación y goza del prestigio de ser suplente de circuito. Yo no entendía cómo una organización que dice ser cristiana soporta hermanos de esta clase que solo buscan prominencia.

Mi pecado fue confesado por mí, no fue que yo fuera descubierto. Me sentía mal conmigo mismo y fui a los ancianos en busca de ayuda. Lo único que obtuve fue la expulsión. Apelé a la decisión, pero este comité tampoco quiso saber de mi arrepentimiento. Estaban más prestos a expulsar a alguien que en perdonar y dar una oportunidad. Recuerdo que caí en una gran depresión y el deseo de volver se adueñó de mi corazón, pero por motivos de trabajo tuve que empezar a viajar primero por México y después por Estados Unidos, Puerto Rico y España. Al paso de los años, al ver la indiferencia de los hermanos, sus estrictas reglas de hacer obras propias de arrepentimiento, no faltar a las reuniones, entrar después de todos y salirme antes de todos viendo malas caras y malos tratos, terminó por hacer mella en mi.

Hice cinco cartas de petición para que me restablecieran, pero en todas ellas siempre había un punto en que que tenía que trabajar. No entendía como eran era posible que fueran tan duros, burocráticos y poco amorosos. Mi deseo de regresar se fue apagando poco a poco. Yo como expulsado debería tener al menos una visita anual para que me ayudaran a volver, visitas que sigo esperando.

Gracias a Internet, pude saber de la existencia del libro Crisis de Conciencia el cual leí con gran emoción. Me impactó mucho saber lo de México. Yo como mexicano y por experiencia propia podía atestiguar la verdad de esos escritos. El leer más y más de la verdadera cara de los testigos de Jehová me hizo ver la realidad de la situación, mis ateriores deseos de regresar cesaron por completo y en cambio entró en mí el deseo de realmente conocer a Jesucristo como Señor, el cual sí me comprende y desea de corazón ayudar. Sé que he cometido errores graves pero sé que él me comprende y desea que yo esté a su lado.

Ahora me considero una persona afortunada ya que me he librado de una carga muy pesada: la inquietud de que si no vuelvo a la congregación mi vida esta condenada a la destrucción. Doy gracias a Dios de que mi familia nunca entró en la organización porque ahora tengo la oportunidad de darles a conocer más y más lo que implica ser un verdadero cristiano.

Es cierto que perdí amigos y me duele mucho su indiferencia, pero es más grande la felicidad que siento al saber que en este camino que he vivido mi vida no depende de que yo sea Testigo de Jehová y de la obediencia a una Sociedad que está llena de normativas y de poco amor de verdad hacia los demás. Ahora disfruto de ser libre y de querer ayudar verdaderamente a los demás.

Contribuido.


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