El Arca de la Alianza

redactores de CLIO

   

"Harán también un arca de madera de Sittim, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro, por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor."

Éxodo 25


Cuenta la Biblia en su libro del Éxodo que, una vez que los israelitas acordaron respetar las leyes de Dios en el libro de la Alianza, Moisés, acompañado por Aarón y setenta ancianos, subió a una montaña situada en algún lugar del desierto del Sinaí. Una vez arriba, Dios cubrió la montaña con humo y pidió a Moisés que penetrara en ella. Y allí permaneció durante cuarenta días y cuarenta noches. Y fue también allí donde recibió las instrucciones para la construcción del arca de la Alianza, que debía hacerse en madera de acacia, recubrirse de oro puro por dentro y por fuera y colocarse dentro del llamado Tabernáculo o tienda de reunión. Este no era sino un pequeño recinto hecho con lana y lino con una extensión de quince metros de largo por diez metros de ancho. En su interior debía permanecer el arca.

Según la tradición, el arca medía 1,5 metros de largo por 78 centímetros de alto y ancho. Sobre la tapa llevaba dos querubines de oro que protegían su contenido: las tablas de piedra con los Diez Mandamientos. Otras fuentes aseguran que junto a las tablas se encontraba la vara de Aarón y un cuenco de maná, el manjar milagroso. El Antiguo Testamento es muy prolífico a la hora de hablar de los poderes del arca. Hasta en doscientas ocasiones se menciona su fuerza. Su presencia permitía derribar montañas, desviar el curso de los ríos o derrotar ejércitos. Nadie podía tocarla, de ahí que llevara a ambos lados cuatro anillas de oro por donde se insertaban dos pértigas para su transporte, que estaba reservado a los levitas (integrantes de Leví, una de las tribus de Israel) de la familia de Caath.

Durante cientos de años los hebreos la llevaron consigo, hasta que Salomón, que reinó desde el año 970 hasta el 931 a. de C., le construyó un templo en Jerusalén. Y en él permaneció hasta poco después del año 900 a. de C., cuando su paradero se pierde por completo. La Biblia apenas vuelva a mencionarla. Su desaparición marca el nacimiento de su leyenda, y con ella, una búsqueda que ha llegado hasta nuestros días.

En busca del arca perdida

Muchos historiadores y arqueólogos piensan que una desaparición tan repentina solo pudo ser producto de un acontecimiento inesperado y traumático. La teoría con más fundamento es que fue capturada, y su oro, fundido durante el saqueo de Jerusalén por los babilonios en el año 586 a. de C. Incluso la Biblia cuenta que Nabucodonosor y su ejército destruyeron el templo de Salomón y enviaron a los israelitas al exilio. Sin embargo, un pequeño detalle parece echar por tierra esta explicación. Existen registros muy específicos de todos los tesoros que fueron robados en los templos y llevados a Babilonia. En ninguno de ellos figuraba el arca. ¿Dónde está entonces? La creencia más extendida es que antes de la llegada de los babilonios el rey Josías hizo sacar el arca del templo y la depositó en una bóveda secreta, reservada para esconder los tesoros.

En el año 583 a. de C. los israelitas regresaron a Jerusalén y comenzaron la construcción del segundo templo. Nada indica que el arca fuera guardada en su interior. El Antiguo Testamento no vuelve a mencionarla ni una sola vez.

En 1119, con las Cruzadas en pleno apogeo, un grupo de nueve nobles franceses llegaron a Jerusalén. Se asentaron en la explanada del templo y se conjuraron para mantener limpio de bandidos el camino a la ciudad. Eso fue al menos lo que hicieron creer a todo el mundo, porque jamás abandonaron el monte. Pero su misión era distinta. Armados con picos y palas, comenzaron a excavar en la gruta que, según la tradición musulmana, estaba bajo la explanada del antiguo templo. Buscaron el arca durante siete años, hasta que decidieron volver a Francia con las manos vacías

El auténtico Indiana Jones

En 1908, la conocida como expedición Parker también intentó localizar el arca bajo el templo. Iban guiados por una cita del sabio judío Maimónides, que a su vez tomaba como fuente a otro hebreo llamado Arabaita. Descubrieron varios pasadizos secretos, pero el 17 de abril de 1911 la búsqueda se detuvo bruscamente. Cuando el aventurero inglés que capitaneaba la expedición había ya alcanzado una antiquísima gruta natural bajo la roca sagrada en la que estuvo el arca durante el primer templo, fueron descubiertos por un vigilante. Este, horrorizado por la presencia de infieles bajo el sanctasanctórum (parte interior y más sagrada del Tabernáculo), dio la voz de alarma. Parker y su equipo consiguieron escapar de un linchamiento seguro, pero su precipitada huida les privó de lograr una mínima prueba de que sus investigaciones iban por buen camino.

Las exploraciones no terminaron aquí. El arqueólogo Vendyl Jones, de quien Steven Spielberg tomó no solo el apellido sino algunas pinceladas de su figura para su popular Indiana Jones, cree conocer la situación exacta del arca. Su convencimiento está basado en unas fotografías, tomadas por un satélite de la NASA, que le permitieron ubicar la ciudad bíblica de Gilgal. Según el Antiguo Testamento, Gilgal fue el lugar desde el que Josué habría lanzado su ataque contra Jericó. Las imágenes muestran una explanada rectangular rodeada por una muralla. Para los arqueólogos, el recinto es una copia a escala del templo de Salomón. En la actualidad, Jones sigue tras la pista del arca. Trabaja en Qumran (hoy en Israel), tras descubrir que uno de los rollos del mar Muerto describe hasta 72 lugares donde fueron escondidos los tesoros del templo.

Mientras, otros investigadores, con mayor o menor base, sitúan el arca en los sótanos del Vaticano o en Etiopía. Por su parte, el Gobierno israelí se reserva el control de los túneles y lo que guardan en su interior.