Nota necrológica de...


MARTIN POETZINGER


Aparecida en La Atalaya de 15 de Septiembre de 1988, pág. 31



Martin Poetzinger con sus esposa Gertrud

MARTIN POETZINGER, miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, terminó su carrera terrestre como cristiano ungido al anochecer del jueves 16 de junio de 1988. Había estado enfermo por algún tiempo, pero murió sin manifestaciones de dolor en el Betel de Brooklyn. Su esposa, Gertrud, había estado a su lado durante toda su enfermedad.

El hermano Poetzinger nació el 25 de julio de 1904 en Munich, Alemania. Se bautizó el 2 de octubre de 1928 y empezó a servir como precursor el 1 de octubre de 1930. En el otoño de 1933 la Sociedad Watch Tower lo puso a cargo de los intereses del Reino en Bulgaria, pero dentro de un año las autoridades deportaron a los Testigos que no eran búlgaros. Después el hermano Poetzinger pasó a Hungría. Arrestado por acusaciones falsas y deportado de ese país, luego se le encargó la superintendencia de un grupo de precursores en Yugoslavia. Después de una grave enfermedad que lo mantuvo por largo tiempo en un hospital de Zagreb, regresó a Alemania.

Martin y Gertrud se casaron en 1936, pero en aquel mismo año él fue enviado a un campo de concentración por negarse a renunciar a su fe. Su esposa fue enviada a otra prisión, pero él fue enviado a Dachau y luego al campo de exterminio de Mauthausen, en la Alta Austria. Allí la Gestapo empleó el hambre, los azotes y crueldad indescriptible en su esfuerzo por hacer que él y otros Testigos quebrantaran su integridad a Jehová Dios. Pero el hermano Poetzinger se adhirió a la fe verdadera.

Después de nueve años de experimentar crueldades en las prisiones, el hermano Poetzinger y su esposa pudieron estar juntos de nuevo en 1945. Poco después él empezó a servir en la obra de circuito en Alemania, y algún tiempo después Gertrud viajó con él y trabajó celosamente en el campo mientras él servía a las congregaciones. En 1958 el hermano Poetzinger asistió a la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, y al regresar a Alemania él y su esposa continuaron en la obra de ministros viajantes hasta que ingresaron en el servicio de Betel allá en 1977. En septiembre de 1977 el hermano Poetzinger fue nombrado miembro del Cuerpo Gobernante y pudo viajar a la sede mundial de la Sociedad en Brooklyn, Nueva York, poco más de un año después. Sirvió con el Comité de Servicio del Cuerpo Gobernante y con el Comité del Departamento de Servicio.

El hermano Poetzinger peleó valerosamente por la verdad. Su lealtad y apoyo celoso a la organización de Jehová y a la obra del Reino fueron verdaderamente ejemplares. De modo que confiamos en que él está entre aquellos a quienes aplican estas palabras: “Felices son los muertos que mueren en unión con el Señor [...] Sí, dice el espíritu,  [...] las cosas que hicieron van junto con ellos”. (Revelación 14:13.)

Nota de la dirección de esta Web:

COMO Titular para enmarcar la vida de este hombre, se dice que “Peleó fielmente por la verdad”, pero nos surge una seria duda, puesto que la verdad de los Testigos de Jehová es bastante inestable y voluble, y lo que hoy es una creencia firme y de obligada profesión, mañana puede quedar apartada como creencia obsoleta y caduca.
Por ejemplo, este hombre peleó y murió con la firme convicción de que desde 1914, hanía estado participando en una obra de separación de las personas, como de 'ovejas y cabras', y que la 'generación' que contempló el inicio de esta obra de 'separación' estaría viva para contemplar el fin de este sistema de cosas. Su pelea fiel por estas 'verdades' fue fiel, sí, pero no a la verdad actual, la que los Testigos profesan ahora. Por tanto, su 'pelea fiel' ha sido inútil. En la actualidad, si este hombre siguiera 'peleando fielmente por esa verdad' seria expulsado de las filas de los Testigos como apóstata, pues dichas 'verdades' fueron cambiadas en 1994 en sendos estudios de la revista La Atalaya.
Es más, este hombre sufrió en sus carnes la represión de un sistema político y gubernamental, debido a sus creencias que le impedían realizar determinados actos que violaban su conciencia. Hoy, tales actos, como jurar una constitución al adquirir una nacionalidad, realizar un servicio civil en sustitución del militar, o llevar un escudo estatal en ropa de trabajo, son actos permitidos. Él se jugó la vida inutilmente.
Deberían haber enmarcado su vida con la frase "Luchó por su verdad, y con su verdad se murió".
Descanse en paz en su pelea.


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