Viernes, 23 de febrero de 2001


Un estudio atribuye a un meteorito la gran extinción de hace 250 millones de años

Fue mayor que la que acabó con los dinosaurios


MÓNICA SALOMONE | Madrid

La extinción más masiva de la historia de la vida en la Tierra no fue la de los dinosaurios, sino otra ocurrida mucho antes, hace 250 millones de años, y en la que desaparecieron el 90% de todas las especies marinas, el 70% de los vertebrados terrestres y la mayor parte de las plantas. Hasta ahora se sabía que el fenómeno había ocurrido muy rápidamente en términos geológicos, pero no su causa. Un equipo de investigadores estadounidenses publica hoy en la revista Science que el culpable podría haber sido un meteorito o un cometa de entre seis y 12 kilómetros de diámetro que chocó contra la Tierra.

Las especies tardaron entre 8.000 y 500.000 años en desaparecer, lo que para los investigadores es un microsegundo en tiempo geológico. Los conocidos trilobites, de los que llegó a haber más de 15.000 especies, fueron una de las víctimas de este acontecimiento que marca la frontera entre el periodo pérmico y el triásico.

La hipótesis del impacto de un objeto extraterrestre ya había sido estudiada, pero no se había encontrado ninguna pista a su favor. El meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios, por ejemplo, que cayó junto a la península de Yucatán (México), dejó en los estratos geológicos de la época del impacto residuos de iridio, un elemento químico de clara procedencia extraterrestre. Sin embargo, en los estratos de hace 250 millones de años no se han hallado restos de iridio.

Pero los investigadores han encontrado algo finalmente: unas moléculas de carbono llamadas fullerenos que curiosamente guardan en su interior átomos de determinados gases que, como el iridio, sólo pueden proceder del espacio. Los fullerenos son moléculas en forma de pelota hueca, como un balón de fútbol, y pueden funcionar como una jaula para otros compuestos. En este caso, los gases enjaulados son dos formas específicas -dos isótopos- de helio y argón que no se dan en la Tierra. Además, ya se han encontrado fullerenos en restos de meteoritos que a su vez incluían en su composición química los mismos gases extraterrestres.

Sin embargo, no se ha determinado el lugar del impacto. Los fullerenos delatores se han encontrado en tres lugares muy distantes: el sur de China, el suroeste de Japón y el norte de Hungría. Son lugares conocidos por los geólogos porque en ellos la erosión ha dejado expuesta la capa de sedimentos de la frontera pérmico-triásico. Los fullerenos aparecen en concentraciones muy altas en la capa fronteriza y muy bajas en los sedimentos anterior y posterior, afirman los autores.

Sí ha sido posible estimar el tamaño del meteorito en entre seis y 12 kilómetros de diámetro. Los investigadores se basan en que, de haber sido mayor, los fullerenos con argón y helio se hallarían en mayor cantidad y más dispersos, y si hubiera sido más pequeño, sus efectos no habrían sido tan devastadores.

Pero no hay que interpretar que la colisión fue responsable directa de la extinción. A pesar de la relativa rapidez con que desaparecieron las especies, fueron los efectos colaterales del choque los verdaderos culpables: violentas erupciones volcánicas y cambios en el contenido en oxígeno del agua marina, en el nivel del mar y en el clima. Eso explica que un número tan alto de especies resultara afectado, como explica Becker: 'Para hacer que se extingan el 90% de los organismos hay que atacarles por más de un frente'.

Su colega Robert Poreda, de la Universidad de Rochester, abunda: 'El impacto de un bólido de este tamaño libera un millón de veces más energía que el terremoto más intenso de los registrados en la Tierra en el último siglo. Debió ser como un terremoto de magnitud 12 en la escala de Richter'.

Las erupciones que siguieron hicieron que en la región de Siberia se expulsaran 1,6 millones de metros cúbicos de lava durante un millón de años. Los volcanes emitieron toneladas de cenizas y cantidades masivas de dióxido de carbono a la atmósfera. El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero y, por tanto, con efectos sobre el clima. Pero además las cenizas podrían haber bloqueado la llegada de la luz solar a la Tierra, impidiendo la fotosíntesis de las plantas y desencadenando un colapso en la cadena alimenticia.

Miércoles, 26 de septiembre de 2001


Tormenta de meteoritos

Los aficionados al cielo están ya preparándose para presenciar una espectacular tormenta, que no lluvia, de estrellas fugaces -o meteo-ritos- el próximo 18 de noviembre, cuando la Tierra atraviese la nube de polvo del cometa Tempel-Tuttle. Los astrónomos predicen que estas Leónidas serán la más densa tormenta de meteoritos de los últimos 30 años, y que se registrarán hasta 2.000 estrellas fugaces por hora. Los mejores lugares del mundo para presenciar el fenómeno son Japón y Australia.

Miércoles, 16 de mayo de 2001


Astrónomos de Canarias descubren que una estrella engulló un planeta


ALICIA RIVERA | Madrid

Una estrella parecida al Sol, y situada a unos 90 años luz de distancia de la Tierra, se ha comido uno o dos planetas de su entorno y los restos están ahora en la capa más superficial del astro. Lo han descubierto cuatro astrónomos, liderados por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que consideran que el banquete astronómico es la interpretación más plausible de lo que han detectado.

El hallazgo es producto de una buena idea y de una labor minuciosa de observación con uno de los cuatro telescopios VLT, de ocho metros de diámetro, situado en Chile, y complicados análisis. Pero la idea es fácil de comprender. Los astrónomos han buscado -y encontrado- en la estrella HD 82943 la huella del isótopo más ligero de litio, un elemento de la fase de formación del astro, pero que se quema pronto en el proceso de fusión termonuclear por el que lucen las estrellas. Sin embargo, el isótopo litio 6 permanece en los planetas y en los cuerpos denominados enanas marrones porque son demasiado poco masivos como para que haya en su interior condiciones de presión y temperatura suficientes para quemarlo.

HD 82943 es una de las aproximadamente 60 estrellas alrededor de las cuales se ha detectado, indirectamente, hasta ahora la presencia de planetas.

Garik Israelián y Rafael Rebolo, del IAC, junto con los investigadores del Observatorio de Ginebra Nuno Santos y Michael Mayor, han comprobado que la proporción de litio 6 respecto a la de litio 7 encontrada en HD 82943 es similar a la de meteoritos de nuestro sistema solar, lo que sugiere que el litio 6 proviene muy probablemente de uno o más planetas que habrían caído en la estrella debido a migraciones de estos cuerpos bajo el efecto de las interacciones gravitatorias del sistema. El hallazgo se presenta en el último número de la revista Nature. 'Es la primera vez que se encuentra una evidencia tan directa de un fenómeno semejante', señala Rebolo.

Un Júpiter o una Tierra

La víctima tragada por el astro podría ser un plantea gaseoso con masa equivalente a dos o tres veces la de Júpiter, o un planeta como la Tierra. La composición de Júpiter (esencialmente hidrógeno y helio) es similar a la de las estrellas, no así la de los planetas tipo Tierra, por lo que al verificar qué elementos están presentes en la capa superior de HD 82943, los astrónomos pueden determinar las características del cuerpo engullido. Para aclarar esta incógnita, los investigadores están ahora haciendo más observaciones y análisis del contenido químico de la estrella.

'La caída de un planeta -o quizás más de uno- en el pasado hacia HD 82943 debió suponer un fenómeno impresionante. Para hacernos una idea, imaginemos el cometa Shoemaker-Levy 9, que impactó sobre Júpiter, y multipliquemos la energía de aquel impacto por un factor de al menos cien mil millones', comenta Israelián, astrónomo armenio que trabaja con Rebolo con un contrato posdoctoral en el IAC.

La estrella en cuestión tiene una masa aproximadamente un 10% mayor que la del Sol, explica Rebolo, y es algo más vieja (6.000 millones de años frente a los 4.500 millones de nuestra estrella). Y aquel astro tiene al menos dos planetas similares a Júpiter girando a su alrededor.

Rebolo puntualiza: 'Esta estrella está en una fase comparable a la actual del Sol y que el planeta debió caer en ella sin que ésta variase su tamaño. Éste es un proceso totalmente diferente al que le ocurrirá a nuestro astro dentro de unos 5.000 millones de años, cuando pase a la fase de gigante roja al agotarse su combustible nuclear (hidrógeno) y se expanda hasta las regiones en que se encuentra nuestra Tierra; en esa fase, el Sol aumentará su tamaño, que puede llegar a ser incluso mayor que 200 veces el actual'.

Explicación alternativa

Rebolo y sus colegas han buscado explicaciones alternativas a la caída del planeta en HD 82943 para dar cuenta de lo que han observado. Lo primero que se plantearon es si el astro podría haber producido la cantidad de litio 6 que ahora tiene. 'La respuesta es negativa', dice el investigador del IAC, 'porque hemos calculado cuánto litio podría producirse por procesos de aceleración y choque de partículas como los que se dan en el Sol y vemos que sólo se habría creado menos de un 1% de la cantidad que hemos medido en HD 82943'. Otra posibilidad es que, en contra de lo que indica la teoría de formación estelar, se conserve el litio 6 en el astro, pero los científicos la han descartado.

Desde que Mayor descubrió el primer planeta extrasolar, los astrónomos han descubierto varias decenas. Lo sorprendente es que tienen masas similares a la de Júpiter o superiores, pero giran alrededor de su estrella en órbitas muy elípticas y excéntricas, acercándose al astro a distancias como la de Mercurio al Sol.

HD 82943 se observa preferentemente desde el hemisferio sur. Por ello, Rebolo y sus colegas han recurrido a los excelentes telescopios gigantes VLT del Observatorio Europeo Austral (ESO), en Paranal (Chile).

Miércoles, 16 de mayo de 2001


Migraciones en el cielo

Las teorías sobre formación de los sistemas planetarios extrasolares conocidos sugiere que esos planetas gigantes que están muy cerca de su estrella se han formado mucho más lejos y, a lo largo del tiempo y por distintos procesos, han migrado hasta su posición actual. 'Nuestra hipótesis es que en muchos casos esa migración no se detiene y el planeta acaba cayendo en la estrella, como en el caso de HD 82943', explica Rebolo. 'Ahora tenemos una prueba observacional de migración planetaria'.

Las órbitas casi circulares de los planetas (como la de la Tierra) son más estables que las órbitas elípticas excéntricas, y los dos planetas de HD 82943 son de este último tipo, 'lo que favorece la probabilidad de caída', dice Rebolo.

'Queremos medir un caso de migración real, ver cómo un planeta se va acercando a una estrella', avanza Rebolo, 'y tenemos una oportunidad, porque se ha descubierto un planeta que provoca eclipses de su astro. Podemos medir el tiempo que tarda en recorrer su órbita y ver si varía en el tiempo o es constante'.

Jueves, 27 de septiembre de 2001


¿Hay realmente planetas errantes en el espacio?

JORDI JOSÉ / MANUEL MORENO

DURANTE UNA SESIÓN DE LA VENERABLE Sociedad de Ananias, sale a luz la existencia de un planeta errante, cuya órbita le llevará a impactar con la Tierra.

El Sistema Solar ha brindado a la humanidad un verdadero laboratorio de planetología: mundos acuosos, como nuestro pequeño mundo azul, titanes gaseosos como Júpiter, lunas de muy diversa índole. Los expertos todavía discuten, a la luz de los recientes descubrimientos de planetas extrasolares, cuan representativo es nuestro sistema planetario. La ciencia ficción ha imaginado futuros posibles en los que naves dotadas de una tecnología lo suficientemente avanzada logran posarse, majestuosamente, sobre la superficie de otros sistemas solares. El cliché habitual consiste en un planeta de clase terrestre, con una o dos lunas que trazan graciosas órbitas a su alrededor y una estrella más o menos cercana que baña de energía (y luz) la superficie del mundo alienígena.

Sólo en contadas ocasiones, los escritores del género han imaginado un planeta aislado, frío, errante. Es el caso de la novela corta Super-neutrón (1941), del simpar Isaac Asimov, con la que iniciábamos esta columna, o de Rogue World (1983), de Charles Sheffield, dos ejemplos que nos acercan a una imagen bien distinta: un universo rebosante de mundos a la deriva...

La posible existencia de planetas errantes constituye un problema no trivial de mecánica celeste y abre una serie de interrogantes sobre la estabilidad de sistemas de muchos cuerpos sujetos a su mutua atracción gravitatoria. En relatividad general, la solución al llamado 'problema de un cuerpo', dada por Karl Schwarzschild, se conoce desde hace casi 90 años. Puede resultar sorprendente que la solución al problema de dos cuerpos en atracción gravitatoria mutua no haya sido resuelto todavía en su aproximación relativista. Algo que, por el contrario, la física clásica solucionó hace más de tres siglos de la mano de otro Isaac, apellidado Newton.

Pese a ello, y pasados tres siglos, no se conoce todavía la solución exacta al movimiento de más de dos cuerpos en atracción gravitatoria mutua. Sólo un caso particular, el llamado 'problema restringido de los tres cuerpos', en el que uno de los cuerpos posee una masa muy inferior a la de los otros dos, ha sido satisfactoriamente resuelto... Problema que se aplicaría, por ejemplo, a la órbita de un planeta en un sistema estelar binario, o al movimiento de un cometa sometido a la atracción del Sol y Júpiter.

Pude resultar sorprendente que el simple movimiento de tres o más cuerpos, sin restricción alguna, no haya sido resuelto... Algunos grandes matemáticos acometieron tal empresa, sin éxito: Euler, Lagrange, Poincaré... Tras lo cual, no existe una respuesta definitiva a la posible existencia de planetas errantes, capaces de escapar de la atracción gravitatoria de un sistema de muchos cuerpos en el que presumiblemente se formó. De acuerdo con el 'problema restringido de tres cuerpos' un objeto de poca masa no puede ser lanzado al infinito por interacción con los otros dos cuerpos del sistema.

Algunos astrónomos sostienen -mera conjetura, sin sólida base matemática- que tal eyección es posible para un sistema de más de tres cuerpos. Conjetura que pareció confirmada recientemente con el descubrimiento accidental de un objeto distante, TMR-1C, en la constelación de Tauro, a cargo del telescopio espacial Hubble. Posteriores reanálisis revelaron que, a tenor de las elevadas temperaturas de TMR-1C, muy posiblemente se trate de una mera estrella de fondo (con reacciones de fusión termonuclear en su interior) y no de un planeta. ¿Planetas errantes? Puede. Cuestión de tiempo.

Miércoles, 20 de marzo de 2002 - Actualizada a las 5:53 h.


ESPACIO
Un asteroide pasa cerca de la Tierra sin ser advertido por los astrónomos

Los científicos fueron incapaces de advertir su llegada porque procedía de un "punto ciego"


EFE | Washington

Un asteroide capaz de borrar del mapa a una ciudad de grandes dimensiones ha pasado relativamente cerca de la Tierra, sin que los astrónomos hayan advertido su llegada. La roca espacial, que mide unos 70 metros, pasó el 8 de marzo a una distancia de 461.000 kilómetros de la Tierra, algo más del doble de la distancia de la Luna, según han confirmado astrónomos estadounidenses y europeos.

Pese a la relativa lejanía, los astrónomos consideran esta distancia como "próxima", dada la escala del sistema solar. Sin embargo, calculan que las posibilidades de que un gran asteroide colisione con la Tierra son de una entre un millón.

Gareth Williams, director adjunto de la Sociedad Astronómica Internacional de Boston, en Massachusetts, ha explicado que los astrónomos fueron incapaces de advertir su llegada porque procedía de un "punto ciego".

Según Williams, la trayectoria del asteroide coincidía con la línea del Sol, que por su luminosidad crea una "zona ciega" en la que los telescopios no pueden detectar la llegada de objetos procedentes del espacio.

El asteroide regresará en 2093

El asteroide se ha denominado 2002 EM7 y su órbita elíptica podría volver a llevarlo en rumbo de colisión con la Tierra en el futuro. El Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena (California) calcula que para 2093 podría volver a acercarse a la Tierra, pero ha precisado que, en este caso, las posibilidades de un impacto son de una entre 10 millones.

Los 70 metros del asteroide 2002 EM7 lo convierten en una considerable roca espacial, pero lejos de los cometas y asteroides de un kilómetro, los llamados Del Día del Juicio Final, que podrían destruir totalmente el planeta.

Sin embargo, los cálculos efectuados por algunos astrónomos indican que la colisión de un asteroide de menos de 100 metros liberaría la misma energía que una pequeña bomba atómica, según informes que cita la cadena de televisión CNN.

Numerosos geólogos y astrónomos consideran que fue el impacto de un gran asteroide el que acabó con los dinosaurios y buena parte de la vida en el planeta hace 65 millones de años. De ser cierta esta hipótesis, un asteroide o un cometa de varios cientos de metros de diámetro podría haber impactado contra la Tierra, posiblemente en Yucatán, México, y haber provocado un cataclismo cuya nube de polvo alteró todos los ecosistemas del planeta.

En la actualidad, existen métodos fiables para seguir la trayectoria de miles de cometas y grandes rocas del espacio y los científicos aseguran que no se prevé ningún encuentro, al menos en varios miles de años.

Los impactos de Siberia y Arizona

Según Benny Peiser, uno de los astrónomos que estudian las trayectorias de estos objetos, 2002 EM7 posee unas dimensiones algo mayores a las del asteroide que golpeó Siberia a comienzos de siglo. Aquel impacto destruyó completamente un área de varios kilómetros a la redonda en una zona boscosa y deshabitada del norte de Rusia.

Otro cráter de varios kilómetros de diámetro en Arizona, producido probablemente por el impacto de un asteroide hace unos 25.000 años, recuerda también que la Tierra no está a salvo de la colisión con objetos procedentes del espacio.

Habitualmente, la capa exterior de la atmósfera se encarga de desintegrar los restos de pequeños meteoritos que llegan a nuestras inmediaciones, y lo mismo ocurre con los satélites o fragmentos de naves espaciales que, por alguna razón, vuelven a entrar en la atmósfera.

Algunos fragmentos de la estación rusa Mir y de un laboratorio estadounidense lograron franquear el escudo protector de la atmósfera en su entrada, pero los restos cayeron sobre el Océano Pacífico.

Un asteroide de 70 metros, pese a su pequeño tamaño, no se desintegraría por el rozamiento en su entrada, han señalado los astrónomos. "El asteroide 2002 EM7 nos ha cogido por sorpresa y es un nuevo recordatorio de los peligros a los que hacemos frente", ha declarado Benny Peiser

Lunes, 7 de enero de 2002


ESPACIO
Un asteroide de 300 metros pasa a menos del doble de la distancia que separa la Tierra de la Luna

La roca, calificada de "potencialmente peligrosa", se acercó a tan sólo 600.000 kilómetros del planeta


ELPAIS.ES | Madrid

Un asteroide de cuya existencia nada se sabía hace un mes se ha acercado a toda velocidad a la Tierra, y aunque no ha chocado contra nuestro planeta sí que ha pasado a muy poca distancia, en concreto a menos del doble de la que nos separa de la Luna, según ha informado la BBC.

La roca, bautizada como 2001 YB5, mide 300 metros de diámetro, tamaño suficiente según los astrónomos como para borrar España del mapa en el caso de chocar contra nuestro planeta. Eso sí, en el peor de los casos no destruiría la Tierra: para eso tendría que medir 1 kilómetro.

Esto no significa que el supuesto choque no causara daño: el asteroide devastaría por completo un área de 150 kilómetros de diámetro, y causaría daños terribles en 800 kilómetros a la redonda. Eso si cae en tierra; si se hundiese en el mar, los tsunamis (olas gigantes) borrarían del mapa la mayoría de las zonas costeras del planeta.

Aunque esta catástrofe no se ha hecho realidad en este caso, ni está prevista en un futuro próximo, los astrónomos calificaron al objeto como "potencialmente peligroso", lo que significa que existía una remota posibilidad de que terminara estrellándose contra la Tierra.

La visita más cercana

La hora clave ha sido las 8.37, cuando el asteroide ha pasado a tan solo 592.000 kilómetros de la Tierra. Puede parecer mucho, pero a escala astronómica es bastante poco. De hecho no se prevé que otro asteroide pase más cerca de nuestro planeta hasta el 7 de agosto de 2027, cuando el 1999 AN10 nos pase aún más cerca.

La visita del asteroide ha vuelto a reavivar el debate sobre el peligro de que el ser humano reedite el episodios de la extinción de los dinosaurios. Benny Peiser, de la Universidad John Moores de Liverpool, ha declarado que "el hecho de que este objeto fuera descubierto hace sólo un mes nos hace preguntarnos si tendríamos tiempo para reaccionar en caso de que en realidad se dirigiera contra la Tierra".

"La respuesta es, por supuesto, que no". Lo que parece poco halagüeño, sobre todo teniendo en cuenta que los científicos y arqueólogos sospechan que un objeto parecido ya chocó contra la Tierra hace 5.000 años, con consecuencias desastrosas, aunque no tantas como si lo hiciera ahora.

Un viaje de 1.321 días

El asteroide fue descubierto a principios de diciembre del año pasado por el telescopio del NEAT (Seguimiento de Asteroides Cerca de la Tierra, en sus siglas inglesas) en el centro californiano de Centro Palomar.

Se trata de un objeto Apolo, es decir, sigue una órbita muy elíptica alrededor del Sol. En su viaje, que dura 1.321 días, cruza la órbita de Marte, la Tierra, Venus y Mercurio.

Miércoles, 6 de junio de 2001


Asteroides a pares

El 30 de mayo, imágenes de radar de un asteroide que se acercó a cinco millones de kilómetros de la Tierra mostraron dos cuerpos celestes en órbita uno del otro, un sistema similar al observado en 1993 por la nave Galileo en el asteroide Ida (en la imagen con su luna Dactyl).

Domingo, 5 de mayo de 2002


ESPACIO
Astrónomos europeos confirman la presencia de enjambres de meteoritos próximos a la Tierra

La caída de bólidos en nuestro planeta es un fenómeno imprevisible


EFE | Castellón

La Red de Bólidos Europea ha confirmado la presencia de auténticos enjambres de meteoritos próximos a la Tierra procedentes en su mayor parte del cinturón de asteroides del Sistema Solar. Este descubrimiento ocurre unos días después de la caída en los Alpes de un bólido de media tonelada de peso que viajaban a una velocidad de 75.240 kilómetros por hora.

Los astrónomos de esta red han señalado que la caída de meteoritos a la Tierra es totalmente imprevisible y puede producirse procedente de cualquier lugar lejano de nuestro sistema, como ha quedado demostrado el pasado 6 de abril con el impresionante bólido de media tonelada de peso que sorprendió a los habitantes del Oeste de Bavaria y cuyos restos cayeron sobre los Alpes.

Así lo lo ha explicado el portavoz de la Red de Bólidos Europeos (European Fireball Network), el español Josep Maria Trigo, del departamento de Ciencias Experimentales de la Universidad Jaume I de Castellón y el doctor checo Pavel Spurny, del Observatorio Ondrejov de la República Checa.

El doctor Josep Maria Trigo, coordinador de la red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos de España, ha dicho que un bólido de gran tamaño sorprendió a los habitantes del Oeste de Austria y del Sur de Bavaria el pasado 6 de abril de 2002 sobre las 20 horas 20 minutos, aunque no fue detectado en España por estar debajo del horizonte.

En total siete estaciones fotográficas de esa Red Europea registraron el bólido mediante cámaras all-sky, cinco de ellas situadas en Alemania, una en la República Checa y otra en Austria.

Una trayectoria de 92 kilómetros

El Doctor Pavel Spurny, del Instituto Astronómico de Ondrejov, República Checa, fue el responsable del análisis astrométrico de las imágenes y quien precisó que su trayectoria atmosférica real fue reconstruida a partir de las diversas imágenes all-sky, mostrando que la trayectoria luminosa del bólido fue de 92 kilómetros.

Spurny ha señalado que el bólido no pasó desapercibido para los habitantes de esa región pues a lo largo del recorrido sufrió brillantes fulguraciones en las que se alcanzó una magnitud de -18 (realmente impresionante pues fue intermedia entre la de la luna llena y el Sol).

Josep Maria Trigo ha explicado que la gran profundidad de penetración de este bólido y la masa fotométrica estimada hace sospechar que cerca de 30 kilogramos de fragmentos del cuerpo incidente (de media tonelada a la entrada en la atmósfera) hayan sobrevivido a la ablación cayendo sobre la superficie terrestre.

Unos restos difíciles de encontrar

"La trayectoria calculada permite estimar el área de impacto del bólido que se encuentra sobre una superficie elongada de varios kilómetros de largo por uno de ancho situada en plenos Alpes, una región desafortunadamente muy desfavorable para promover una búsqueda de los fragmentos.

El astrónomo castellonense ha precisado que teniendo en cuenta el tiempo de aparición del bólido, determinado con precisión con los sistemas radiométricos que registraron el brillo de las intensas fulguraciones sobre el cielo, la velocidad del objeto y el origen en la bóveda celeste del bólido se ha determinado la órbita del cuerpo progenitor en el Sistema Solar.

"La sorpresa fue mayúscula cuando se encontró que éste seguía una órbita elíptica prácticamente igual a la seguida por el histórico meteorito Pribam".

Este meteorito cayó en la localidad checa del mismo nombre el 7 de abril de 1959, siendo el primer meteorito recuperado a partir de modelizar la órbita en base a fotografías obtenidas desde el Observatorio de Ondrejov.

La Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, coordinada por el astrónomo castellonense por Josep Maria Trigo, está integrada por científicos procedentes de las universidades de Castellón, Valencia y Barcelona y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña y del Instituto Astronómico de Andalucía.

Domingo, 13 de enero de 2002


JAVIER MINA

  
El fin del mundo

Resulta que para los milenaristas, como su nombre indica, el fin del mundo se iba a producir en 2000. Los más ortodoxos lo estiraron hasta 2001, por algo del cero. Pues bien, el fin del mundo estuvo a punto de producirse el otro día y ni nos enteramos. Un asteroide de cuatrocientos metros de diámetro llamado ya un tanto premonitoriamente 2001 YB5 pasó muy cerca de la tierra, a menos de 600.000 kilómetros, como quien dice rozándonos.

Los amantes de las conspiraciones, que suelen coincidir con los que aman cuanto venga del cielo, sobre todo si es volante y no identificado, están de enhorabuena porque, una vez más, los gobiernos nos han ocultado información valiosa. Igual pensaban que nos asustaríamos. Y con razón, puesto que, a pesar de lo que diga el cine, no hubiéramos podido hacer nada. Lo ha dicho un experto. Si se nos hubiera venido encima, sólo nos habría quedado rezar para que cayera en un área despoblada. Pero, ¿quedan?

Dejo precisamente para Hollywood todos los efectos especiales del impacto. Me ahorro los gritos y llantos, la combustión de los cuerpos y el derretimiento de edificios para detenerme precisamente en la superficie. Quienes saben de estas cosas han asegurado que, si el meteorito hubiera caído en Madrid, habría borrado a España del mapa, aunque no se sabe si sólo geográficamente o como concepto también político.

En tal caso resulta impredecible vaticinar qué hubiera podido suceder con las periferias que le son desafectas. Hay que rendirse lamentablemente a la evidencia de que para destruir Euskal Herria hubiera bastado con un cuarto o un quinto del asteroide, porque ya se sabe que Guipúzcoa se hubiera volatilizado sólo con el que cayó en 1908 en Siberia y que era más bien chaparro o, lo que es lo mismo, su equivalente en 600 bombas de Hiroshima.

La cosa tiene miga desde el momento en que se sabe que hay que atribuir al impacto de un meteorito la extinción de los dinosaurios, por más que nos parezca que aún quedan, como bien sabemos por aquí. Pero si el 2001 YB5 hubiera tenido la mala sombra de caer en la Amazonia, por ejemplo, nos hubiéramos quedado sin pulmón y estaríamos todos tosiendo, de ahí que no sea indiferente el lugar del impacto por más que cada uno nos tengamos por el ombligo del mundo y hubiésemos querido que nos cayera en la uña del pie.


'Para destruir Euskadi hubiera bastado con un cuarto o un quinto del asteroide 2001 YB5'

De habernos avisado con tiempo hubiéramos podido organizar apuestas, aunque la inmensa mayoría hubiera apostado por Nueva York, porque los humanos tenemos la creencia de que la lotería vuelve a caer siempre donde ya ha caído. Un dibujante de comics, Frank Margerin, ya imaginó una situación como la que acabamos de vivir. Sólo que en la suya se encargaban de mantener informada minuto a minuto a la población.

Pasados el temor y el desconcierto inicial, la muchedumbre se lanzaba a hacer lo que nunca había hecho o simplemente lo contrario.

Naturalmente, la mayor parte se abandonaba a un sexo compulsivo y multipolar. Pero tampoco faltaban quienes se pegaban grandes atracones o se lanzaban a los bancos para robar un dinero que ya no tenía ningún valor puesto que todo podía conseguirse gratis, ¿no faltaban apenas unas horas para el impacto que significaría el fin del mundo?

La policía abría las puertas de las cárceles, los bomberos pegaban fuego a bosques y edificios, las empresas polucionaban a rienda suelta, los laboratorios soltaban al aire todos sus inventos tóxicos, las centrales atómicas desaguaban isótopos, etc.

Había una pega. Cuando todos están a punto de despedirse, el comentarista de la tele anuncia con alborozo que en el último minuto el pérfido asteroide había desviado su trayectoria, por lo que el impacto no se producirá. La Tierra estaba salvada. Pero no lo estaba. La noticia caía sobre unos ciudadanos que habían comenzado a mutar como consecuencia de los vertidos descontrolados. El fin del mundo se produciría finalmente aunque por otros medios. Como siempre.

Jueves, 25 de julio de 2002


Redacción y Agencias

  
Un asteroide amenaza con chocar contra la Tierra en el 2019

Los astrónomos dicen que es la mayor amenaza que han detectado hasta ahora de impacto contra el planeta si se cumplen los cálculos orbitales

La astronomía puso ayer fecha de caducidad a la vida en la Tierra: 17 años. El uno de febrero del 2019, todo podría acabar por el choque de un asteroide contra el planeta. La alerta empuja a hacer las maletas de inmediato e interrumpir las vacaciones o dejarlo todo para disfrutar de lo que queda. Pero los astrónomos advirtieron de que la noticia no debe alarmar, pues el riesgo de impacto es remoto.

El asteroide -que son rocas que "viajan" por el espacio- fue detectado el 5 de julio por un observatorio de Nuevo México (Estados Unidos) y constituye la mayor amenaza conocida hasta ahora de un objeto espacial en una órbita que puede chocar contra la Tierra (los objetos espaciales que impactan contra la Tierra se llaman meteoritos). Los astrónomos calculan que el impacto de la roca, de dos kilómetros de diámetro y que han bautizado 2002 NT7, ocurriría el 1 de febrero del 2019 si no varía de órbita.

"La amenaza es mínima", declaró Donald Yeomans, del laboratorio de la NASA en Pasadena, a la BBC. "Una explosión así destruiría la vida en la Tierra como la conocemos, pero la posibilidad es remota", coincidía Peter Bond, de la Real Sociedad Astronómica británica. "Objetos de este tamaño sólo colisionan contra la Tierra cada uno o dos millones de años", apuntó Benny Peiser, de la Universidad John Moore de Liverpool. "En el peor escenario -añadió-, un desastre de tal calibre tendría un efecto global, nos devolvería a la edad de piedra." Ni Peiser ni Bond creen que se dé el caso. "Es la mayor amenaza detectada pero puede desaparecer en dos meses", señaló Bond. Los astrónomos creen que al seguir la trayectoria de la roca obtendrán más datos que irán precisando otra trayectoria.

Desde la detección del 2002 NT7, científicos de la NASA y un equipo de la Universidad de Pisa de Italia han calculado su órbita y el riesgo de impacto y cuando ocurriría. Han estimado la probabilidad de impacto en una entre un millón, pero como la primera ocasión podría ser dentro de 17 años -hay ocho posibilidades más, en 2044, 2053, 2060 y 2078-, han tenido en cuenta el riesgo como real, algo que hasta ahora no había ocurrido con otros asteroides. Aun así, todavía no ha sido evaluado por la Unión Astronómica Internacional.

Los astrónomos advierten que, de todos modos, hay que pensar que "tarde o temprano" es probable que un meteorito impacte contra la Tierra. Hace 251 millones de años, un asteoride o un cometa acabó con casi toda criatura viva. Hace 65 millones de años, se cree que otro meteorito supuso la desaparición de los dinosaurios. Un nuevo choque se podría evitar desviando el asteoride, pero los científicos creen que no estaremos preparados para ello antes de 30 años. Demasiado tarde si el impacto se produjera en el 2019.

El mes pasado, un asteroide pasó a una distancia de la Tierra considerada "escasa" (120.000 kilómetros). Tenía 120 metros de diámetro y si hubiera impactado habría sido como una explosión nuclear. El 18 de agosto otro asteroide pasará a unos 500.000 kilómetros de la Tierra.