DE NUESTROS LECTORES



EL CONOCIMIENTO QUE LLEVA... ¿ADÓNDE?

Hay tres clases de intelecto: el que comprende por sí mismo; el que aprecia las cosas comprendidas por otros; y un tercero que no comprende por sí mismo ni aprecia las cosas que otros le muestran para su comprensión. El primero es excelente, el segundo es bueno pero el tercero es del todo inútil.

Niccolò Machiavelli en “El Príncipe”, 1532.

Quizás sea un poco arriesgado comenzar un artículo sobre la fe cristiana citando a Maquiavelo, pero la verdad es que siempre me gustó la frase y suena mejor así, fuera del contexto de la ‘sabiduría política práctica’ propia del autor.

Me gustaría compartir con el amable lector una inquietud, un disgustillo si se le puede llamar así. Recuerdo que hace muchos años, cuando aún asistía al Salón de Reino y aún asistía a mi amada escuela de Paseo Colón y México (si alguno la reconoce es porque asistió, hola camarada)… sucedió en una de esas tardes después de la reunión dominical que alguna cosa aprendida esa semana en la escuela seglar vino a la conversación, no recuerdo bien qué. Lo que si recuerdo es que un “anciano” que estaba parado no muy lejos de mí, me llamó aparte y me previno sobre el leer “filosofía” y luego de citarme unos cuantos textos bíblicos me dejó ahí, un poco humillado por haber abierto la bocaza y un tanto confundido porque, primeramente lo que había mencionado no tenía nada que ver con la filosofía (creo que en mi inquietud juvenil conversaba con otro jovenzuelo algo sobre astronomía, aunque no estoy seguro). En fin cosas de muchachos, no creo que ningún adolescente de catorce o quince esté nunca en peligro de interesarse en la filosofía. Aún hoy día nada me cae mejor, para inducir la siesta, que unas tres páginas de “La República” de Platón, (y a roncar) pero eso es otra historia.

¿Es Peligroso Saber?

¿Es peligroso saber? Me imagino que te preguntas, claro está: “¿saber qué?”

Y sí, hay conocimientos peligrosos. “Sabe demasiado”, dictaminan los mafiosos de las películas antes de deshacerse de alguien que ha presenciado algún crimen o sabe de los planes para cometer uno.

Pero, modestamente creo que peor que saber, es no saber. Un cartelito que se ve a veces pegado en los paragolpes de algún auto dice: “Si te parece que la educación es cara, prueba cuanto te cuesta la ignorancia” (“If you think education is expensive, try ignorance”). Como siempre hay alguno que no está dormido y piensa con cuidado ¿no es así?

Los Testigos de Jehová tienen dos políticas paralelas en cuanto al conocimiento. Al punto condenan el saber seglar, el estudio personal de materias religiosas no publicados recientemente por la Sociedad Watchtower y la adquisición de títulos superiores con la excepción quizás de la odontología y las Ciencias Contables siempre y cuando no se llegue a la Economía que para eso ya hay que meterse a estudiar demasiado, nos dicen. Nos explican, envueltos en la bandera de su autoasignada santidad y destino manifiesto de líderes espirituales, que el Espíritu Santo (¡nada menos!) les enseña a los de la menguada clase del “esclavo fiel y discreto” lo que deben pasar ‘pa’abajo a los de las filas’. Y hubo un tiempo que tuvimos hasta un librito rojo (como el de Mao, ¿recuerdas?) que casualmente se llamaba “El Conocimiento que Lleva a Vida Eterna” y que aunque llevara a vida eterna, él mismo no fue muy eterno que digamos pues recuerdo que allá por el 92 o el 93 lo tuvieron que actualizar de apuro porque algún genio no habia entendido que aquello de “ay de tí Corazín y hay de tí Betsaida…” donde Jesús declara que Sodoma y Gomorra tienen mejores chances de salvarse del juicio divino que estas dos ciudades que no están muy lejos de Jerusalén (Mateo 11:21). Claro lo que el Señor dijo fue más o menos como decir “tienes las chances de una bola de nieve en el horno” o “tienes las chances de Juventud de Zapponetta de ganarle seis a cero al Inter de Milán” pero al autor del librillo se le escapó la fina ironía del Maestro hubo que tirar libros por la borda (claro que ya los habíamos pagado por buenos y los tuvimos que volver a comprar corregidos, fe de erratas aparte). La verdad es que a este señor autor de la Watchtower, que por su anonimato se salvó de pasar por burro, no le hubiera venido mal una clase de retórica para enterarse de lo que es una hipérbole (sin caer en la filosofía vana, porsupuesto).

Ya Que Estamos Por Aquí…

Y es justo en ese capítulo donde se habla de Betsaida y Corazín, y de sus posibilidades estadísticas un poco flacas de pasarla bien en el Dia del Juicio enunciadas por el Hijo del Juez en persona (¿como para desanimarse si uno fuera de por allí no?) donde también Jesús hace la afirmación:

“…Yo te bendigo Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños” (Mateo 11:25)

Seguramente habréis escuchado al alguno de esos “ancianos” citar este verso y apoyarse en la mismísima palabra de Jesús para condenar lo que ellos llaman “las vanas filosofías” sacando de contexto al pobre San Pablo, el más incomprendido de los apóstoles.

Pero ¿qué tal si leemos todo el capítulo? Ay de tí Columbia Heights porque cada vez que decimos eso otra pared de la doctrina de Brooklyn se nos cae al río Hudson. Es que desde que los Dodgers se mudaron a Los Angeles ya nada sagrado se queda pegado en Brooklyn, ¡Qué tiempos corren, y lo que hay que aguantar!

Bueno, a la Biblia y a abrirla en Mateo 11. Este no es cualquier momento, es el momento en que la predicación de Juan el Bautista termina y la de Jesús comienza. De hecho Juan le pide a Jesús que le confirme su Mesianidad por medio de mandar a algunos discípulos a preguntarle: “Eres tú el que viene o eres, como yo, uno que lo anuncia”. Jesús le describe en los vv. 5 y 6, las señales del poder de Dios, la predicación de las Buenas Nuevas y el tropiezo de la gente en la persona humilde de Jesús.

En pocas palabras le comunica a Juan: “estoy haciendo las cosas que el Mesías debe hacer pero al mismo tiempo no soy la clase de Mesías que la gente quiere y eso los hace tropezar”. De hecho al final del cap. anterior ya había dicho Jesús: “Quien a vosotros recibe, a mi me recibe y quien a mi me recibe, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá y quien reciba a un justo por que es justo, recompensa de justo recibirá y quien de de beber sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.”

Es bueno recordar a estos ‘pequeños’ mientras leemos el cap. 11 de Mateo porque vuelven a aparecer.

Y es luego que los discípulos de Juan se han marchado que Jesús le recuerda a la multitud congregada la calidad de la persona de Juan el Bautista. Y compara a Juan con la “caña o el junco agitados por el viento o el hombre vestido de finas ropas elegantes”. Es que todos sabían que Juan era un hombre basto, directo, vestido a la usanza del desierto (con piel de camello). A diferencia de los sabios de la Ley, Juan era un hombre cuyo valor no se podía determinar por la apariencia. Jesús les recuerda que en Juan vieron a un profeta y les dice que es un profeta superlativo porque mientras que los anteriores anunciaron a un Mesías lejano, Juan tuvo el honor de ungir en bautismo al mismísimo Mesías. Y aquí aparecen los más pequeños de nuevo. Grande como es Juan, Levita puro que desciende de Aarón por parte de madre y padre, grande como ha sido su privilegio de bautizar al Mesías, grande como ha sido la gloria de su martirio a manos de Herodes… el más pequeño en el Reino de los Cielos será más grande que él. Nótese la correspondencia entre el final del cap. 10 profeta.. justo… pequeño. Juan es el Profeta, Jesús es el Justo y aquellos que renuncian a sí mismos para seguir a Jesús (Mateo 10:37-39) son los más pequeños. Hasta Juan, el Reino de los Cielos es profecía, después de Juan es la violenta irrupción divina que conquista el mundo (Mateo 11:12-14) Lo más pequeño del pacto naciente es mucho mayor que lo más grande del pacto anterior.

Otra Clase de Pequeños

Y Jesús pasa a hablar de otra clase de pequeños. Esta vez compara a la generación que lo escucha usando las rimas que los niños se cantaban unos a otros en la plaza cuando alguno de ellos no quería jugar. Parece que los niños de esa época (como los de muchas otras) jugaban a las bodas y a los entierros. Y por eso la rima infantil:

“Os hemos tocado la flauta
y no habéis bailado”

(como en una boda)

“Os hemos entonado endechas
y no os habéis lamentado”

(como en un funeral)

Juan el Bautista les ha predicado un mensaje severo y amonestador, advirtiéndoles de lo serio de su condición. No lo escucharon y lo acusan de ser raro y endemoniado. Ahora Jesús viene a ellos en toda piedad, curándolos, compartiendo con ellos toda clase de buenas cosas. Pero tampoco lo escuchan y lo acusan de comer con pecadores, de ser común y también endemoniado. (Y eso de ver al demonio en todos lados no les recuerda a alguien… bueno, para qué salirse del tema)

Y ahora llegamos a lo de Corazín, Betsaida y Capernaúm que ya hemos discutido, la famosa hipérbole que la “luz” de la Watchtower no alcanzó a iluminar del todo. Y entonces esa oración al Padre, esa misteriosa oración:

“Yo te bendigo Padre, Señor del Cielo y de la Tierra,
porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes
y se las has revelado a pequeños.
Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
Todo me ha sido entregado por mi Padre
Y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre
Ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo
Y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar
Venid a mí todos los que estáis fatigados
Y sobrecargados y yo os daré descanso
Tomad sobre vosotros mi yugo
Y aprended de mí, y hallaréis descanso para vuestras almas
Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”

Negrillas para énfasis, porsupuesto. Todo este capítulo sirve como introducción al cap.12 que es mayormente la descripción del choque entre el mensaje del Mesías y la mentalidad farisaica.

En este terrible capítulo 12 se nos presenta al pecado imperdonable, el pecado contra el Espíritu Santo.

Los que desprecian la revelación del Padre en el Hijo, los que menosprecian la dádiva de Dios y le adjudican un origen demoníaco, impuro o bajo… pecan más allá del rescate divino, han venido a deshonrar el mismo amor de Dios “Hasta el Hades te hundirás!” se les ha advertido a esas ciudades y ahora el arco se cierra, los que saben no saben, pero los que se ponen el yugo de Jesús y aprenden, saben más que los que saben porque han conocido al Hijo que conoce al Padre quien lo conoce todo y a quien le place revelarle algo se lo revela.

¿Entonces Es Mejor No Saber Nada Jamás?

Tenemos que concluir entonces que los sesos, humanamente hablando, no dan ninguna ventaja para aprender cosas del Reino. Más bien el ponerse el yugo de la dedicación a Jesús es el secreto de la sabiduría o como dice el proverbio: “Que atienda el sabio y crecerá en doctrina y el inteligente aprenderá a hacer proyectos. El temor de Yahveh es el principio de la ciencia, los necios desprecian la sabiduría y la instrucción”.(Pro 1:5-7)

Creo que empezamos a comprender esta aparente contradicción cuando leemos lo que los necios desprecian al final del proverbio citado. No hay sabiduría mayor que la que viene de Jesús y no hay otra forma de obtenerla que atender a lo que Jesús dice para crecer y aprender. Es cierto que la Biblia bien aclara que el don le fue dado a los pequeños pero de ahí a decir que la Biblia nos insta a quedarnos mentecatos hay una larga distancia. El verdadero saber hace humilde al sabio, pues el que sabe tiene una buena idea de lo mucho que todavía ignora. La profundidad de la sabiduría divina es primeramente inescrutable. Creo que es por eso que hoy respeto mucho más a las iglesias que prefieren decir “es un misterio” cuando ya no les queda explicación (aparte de la fe) que a aquellos que siempre se las saben todas aunque haya que recibir “nueva luz” cada seis meses. Al que le venga el sayo… que se lo ponga.

Como Siempre Pablo lo Aclara Todo

Y que hay del Apóstol Pablo que era todo un catedrático, discípulo de Gamaliel, estudioso sin par de la Ley. Bueno, para Pablo la cosa de conocer a Jesús se le hizo un poco dura justamente por “saber demasiado”. Era tan conocida la aguda inteligencia de Pablo que alguien, con las mejores intenciones, le advirtió una vez: “tu gran saber te está impulsando a la locura”.

Pero Pablo mismo confesó que Jesús tuvo que aparecérsele en persona “como a uno nacido prematuramente”. El mismo Pablo confiesa lo mejor que puede que la grande y violenta revelación de Jesús en el camino a Damasco fue la única manera de hacerle entrar el mensaje en la cabezota. Algo que otros más humildes habían estado aprendiendo y practicando por más de una década sin tener tantas luces ni tanta educación. El que se creía en la senda recta del fariseísmo tuvo que ir ciego a la casa de la Calle Recta y esperar a que el modesto Ananías le devolviera la vista. A grandes males, grandes remedios. Pablo hizo un giro de ciento ochenta grados y puso todo el saber de la Ley al servicio de Jesús, recibiendo el premio de poner en la Biblia más escritos que ningún otro autor cristiano. Todos necesitamos que alguien nos recuerde nuestro tamaño de vez en cuando, ¿verdad?. Pablo se sometió al yugo de Jesús y su recompensa no se hizo esperar.

Creo que es bueno prestar atención a Pablo, si se quiere terminar de entender este asunto del conocimiento, de los pequeños y si vale la pena empeñarse en aprender para tener algo que compartir cuando el Señor lo disponga. Me resulta interesante lo que Pablo dice en 1 Cor 1:17:

“Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias para no desvirtuar la cruz de Cristo. Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden, mas para los que se salvan - para nosotros - es la fuerza de Dios”

¿Quiere decir esto que el presentar el Evangelio con palabras modestas. llenas de sabiduría y sentido común es inapropiado? No creo que sea así. Más bien el apóstol se presenta como ejemplo, como lo hace en otras ocasiones. Para los que quieren adornar el cristianismo con gnosis o conocimientos ocultos o extraordinarios que disimulen ante el mundo la ignominia de la cruz, Pablo les recuerda que el sencillamente declara la cruz de Cristo. Eso se entiende mejor luego al leer el párrafo completo pero para completar el cuadro es necesario imaginar la mentalidad pagana y lo extraño que le es a esa mentalidad el mensaje del cristianismo. Los dioses preferidos de los romanos eran dioses como Hércules, Marte y Febo; dioses heroicos, rodeados de relatos de hazañas y gran poder. Imagínense el predicar a un Dios nuevo y desconocido, el Dios de un pueblo subyugado cuyo Hijo ha sido ejecutado en el patíbulo por un gobernador de segunda en una provincia romana sin mucha importancia. No nos sorprende que algunos débiles en la fe trataran de soslayar la cruz y comenzaran a tener vergüenza de la muerte de Jesús, alejándose peligrosamente de la doctrina central del cristianismo y gravitando hacia el paganismo. Pablo sigue diciendo:

“Porque dice la Escritura [en Isaías 29:14 y 33:18] ‘Destruiré la sabiduría de los sabios y la inteligencia de los inteligentes. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto?’ ¿Dónde el sofista de este mundo? De hecho como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes según la necedad de su predicación. Así mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría nosotros predicamos a un Cristo crucificado; escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina es más fuerte que la fuerza de los hombres. Mirad hermanos, quienes habéis sido llamados. No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para avergonzar a lo sabio. Y ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte. Lo plebeyo y lo despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. De El os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención a fin de que, como dice la Escritura [en Jer 9: 22,23] ‘El que se gloríe, gloríese en el Señor’”

¿No es verdad que es mejor leer el capítulo entero y no las citas parciales de los que quieren torcer las Escrituras para su propio gusto? ¿Hay alguien que entienda de lo dicho por Jesús o por Pablo que no se debe estudiar Ingeniería Civil o Bellas Artes? El cristianismo es una forma, para mí la forma más elevada, de educación cuando se presta atención a las Escrituras y humildemente se pone el alma a disposición del Creador. Se nos hace la advertencia de no hincharnos de orgullo o volvernos jactanciosos por el conocimiento adquirido en la escuela del Maestro Jesucristo. El se regocija en los buenos alumnos pero no se lo puede impresionar con grandes discursos, lo que sea que aprendamos, por mucho que sea… él ya lo sabía antes y por eso lo aprendimos, porque el nos lo enseñó y si nos lo enseñó es para que lo usemos con modestia para el avance del Reino. No para que enterremos el talento, no sea que algún mediocre se ofenda al oír algo inteligente salir de la boca de un cristiano. En el mundo de hoy se vitupera al cristianismo como una superstición pasada de moda, (claro que creer en los cristales y las pomadas del “new age” es la onda aunque se parezcan mucho a las supersticiones de todos los tiempos) Pero siempre le place al Señor hacer brillar alguna estrellita por ahí para hacerle dar rabietas a la galería de la contra. Al enemigo le encantaría que nos calláramos la boca y la abriéramos sólo para decir simplezas, beatitudes sin importancia. Sin embargo estamos bajo mandato de parecernos a Aquel de quien se dijo “ningún hombre ha hablado como él”. Porque como Pablo dice en 1 Cor 2:4-5:

“Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres sino en el poder de Dios”

Es por eso que estamos leyendo a Pablo, sin editar después de veinte siglos mientras que los “iluminados de la nueva luz” no pueden escribir un libro que les dure diez años. (Contribuido)

Las citas son de la Biblia de Jerusalén, Edición Española de 1975.