LA ATALAYA

1 de Junio de 1.999


Valorando las 'Dádivas en hombres'

En mi libro Testigos de Jehová... La Especulación del Futuro, relato un hecho que ocurrió en Agosto de 1990 y que tuvo que ver con mi cese de anciano en una congregación de los testigos de Jehová. Después de servir en esta responsabilidad durante ocho años en la congregación Genil (Granada), la mayor parte del tiempo como superintendente Presidente y Conductor de Atalaya, (también estuve durante dos años como superintendente de la Escuela Teocrática, y unos meses como superintendente de Servicio), cometí un error (desde el punto de vista de ellos) que me llevó a mi cese como tal.

En el libro digo:

A raiz de mi baja como anciano, comencé a observar ciertas actitudes en algunos miembros de la congregación donde servía, que me entristecieron. La frialdad en el trato a partir de éste hecho me dolía, pues durante los ocho años que estuve con esa responsabilidad, había sacrificado muchas cosas por servir a los demás, y no veía una respuesta positiva por parte de dichos miembros de la organización, que antes habían valorado profusamente mi labor a pesar de mi estado. El tan cacareado amor que se dice, existe entre los Testigos, mostraba su verdadero rostro ante la dificultad o la desgracia de los demás.

No, no llegué a ser expulsado, como algunos Testigos proclaman en la actualidad, de hecho, se continuó conduciendo un 'estudio de libro' en mis oficinas, y unos meses después se trasladó a mi hogar, hasta que este fue retirado en el verano de 1995. Tampoco me sentí enrabietado por el cese y a raíz de el, me convertí en crítico de la organización, de los ancianos, etc. Seguí asistiendo a todas las reuniones junto con mi esposa y mi hija, seguí predicando cada domingo, incluso hice el 'precursorado' un mes, y comencé a recibir nuevamente ciertos 'privilegios', como tener demostraciones, servir como lector de Atalayas y libros, controlar listas de la Escuela y la Reunión de Servicio, etc.

Pero sí me hice más observador. Aquella desagradable experiencia me sirvió para observar lo que era y lo que había sido dentro de los testigos de Jehová, desde una perspectiva diferente.

Un ex-testigo lo ilustró hace poco del siguiente modo:

"Todos hemos necesitado algún revulsivo. Y es como si, de repente, vieras un montón de cosas mal. Porque la cosa es una secta y de asuntos oscuros hay a montones. Se trata de poder verlos con "algo"; el revulsivo. Como quien tiene 5 dioptrías, pero no lo sabe, y casualmente encuentra unas gafas."

Y esta perspectiva diferente, tiene mucha relación con el tema que hoy vamos a desarrollar, y que tiene que ver con La Atalaya del 1 de Junio de 1999, pág. 9-19, en el que nuevamente se considera el tema de los 'ancianos' que presiden las congregaciones de los testigos de Jehová.

Dentro de cualquier organización en la que se promueven puestos de autoridad, responsabilidades diferentes en los que unos 'mandan' sobre otros, favorece la existencia de diferentes puntos de vista, dependiendo del lugar que estemos colocados. Cuando una persona ha sido 'colocada' en diferentes puestos: unas veces arriba, otras abajo, su visión se agudiza, se hace más sensible a las necesidades y peculiaridades propias y de los demás.

Un incidente ocurrido unos meses después de mi cese, ilustra bien este asunto. Una hermana, al finalizar la reunión se acercó a mí, y sin más, me hizo una pregunta sobre una asignación que iba a tener en la Escuela la siguiente semana. Uno de los ancianos que fue compañero mío durante los 8 años, que estaba atento y observó el hecho, llamó a la hermana sin miramiento, y le dijo: "Hermana, ¿no sabes que Pepe ya no sirve como anciano?"

Un escalofrío me recorrió el cuerpo. El 'anciano', subido en su pedestal, aclaraba el asunto por si había alguna duda. No le importaba lo bueno o malo de mi consejo, ni lo útil que me podía sentir al colaborar y ayudar a la hermana. No le importaba el desaire tanto a la hermana como a mí. Lo importante para él, era que yo 'no era anciano', no ocupaba un puesto de la organización, y por tanto, ella no me podía preguntar.

Y es que los testigos de Jehová consideran que servir como 'anciano' es un puesto de responsabilidad, una 'clase' diferente, un escalafón superior en la congregación que hay que 'subir', y que se llega por medio de un 'nombramiento' efectuado por la dirección central de los Testigos, es decir, por los componentes del 'cuerpo gobernante' ubicado en Brooklyn bajo la 'recomendación' de los ancianos locales y el superintendente de circuito de turno; y que en ese puesto, es desde donde se puede dar una opinión autorizada, se puede juzgar el proceder de los demás, se puede enseñar, se puede organizar tal o cual asunto, se puede restaurar, se puede consolar, se puede pastorear, etc.

Tanto es así, que la propia Atalaya, en su mismo comienzo, apuntilla: "Los ancianos son una provisión de Jehová para cuidar de Sus ovejas."

Para respaldar esta institución, la rodean de actividades que se pueden o no se pueden hacer, buscan detenidamente en la Biblia asignaciones, atributos y responsabilidades que 'liman' detenidamente para que lleven a ser exclusivos de su actividad. Especialmente utilizan pasajes y relatos del Antiguo Testamento que transforman en verdadera ley civil, procesal y penal, para respaldar su posición de jueces de los demás.

Debido a este concepto, es por lo que la Sociedad Watch Tower publica libros especiales para ellos, organiza reuniones especiales con normas que solo a ellos aplica, dirije cartas con contenido confidencial, y de vez en cuando, publica artículos de estudio donde se ensalza su figura, sus responsabilidades, y se encomia a la congregación cuando esta se somete a sus decisiones.

¿Qué ocurre cuando este tipo de responsabilidad o 'puesto' superior se pone en manos de hombres imperfectos? En mi libro reconocí:

Estos hombres suelen ser personas no muy preparadas, (yo mismo, reconozco que no lo era) pero que han asimilado bien las técnicas de control mental que ejercen desde arriba, hasta tal grado, que por 'un plato de lentejas' (el ocupar un puesto de responsabilidad,) se convierten en una pieza más del gran engranaje de la maquina, que es la organización.

Mi propia experiencia y la de otros compañeros que han ocupado este cargo, y que ya no pertenecen a la secta, me revela que dentro de los cuerpos de ancianos hay hombres capaces con gran vitalidad, que podrían ser de gran utilidad en organizaciones humanitarias o de cualquier índole, empero, tambien hay hombres frustados, toscos, hipócritas, que ejercen el poder que se les da para vanagloria de si mismos. Muchos de ellos se sienten 'amos' de la fe de los demás, y ejercen una verdadera tiranía en la congregación que sirven, a tal grado que provocan verdadero daño a sus miembros; todo, con el conocimiento de la Central, que parece respaldar la teoría: "Mejor tener malos ancianos que no tener ninguno."

En vista del énfasis dado a esta 'institución' por los Testigos, y en vista de que los atributos y responsabilidades dados a estas personas son claves en el mantenimiento del control piramidal que se ejerce por parte del 'cuerpo gobernante' sobre las bases de los testigos de Jehová en general, es por lo que consideramos detenidamente este tema, aunque esta vez no seré yo quién comente e indague sobre la cuestión, sino que me proveeré del material escrito por Raymond Franz en su libro En Busca de Libertad Cristiana que muy pronto será publicado en español, para exponer las coordenadas que nos pueden ayudar a un mejor entendimiento de estos asuntos:

Ante todo, debemos plantearnos algunas preguntas de interés: Dentro de la congregación cristiana, ¿hace falta una estructura de autoridad? ¿Cómo se 'formaba' una congregación? ¿Con qué objetivo había hombres en la congregación que eran identificados con el término anciano, superintendente ("obispo", Versión Reina-Valera), diácono ("siervo ministerial", Traducción del Nuevo Mundo), maestro, pastor? ¿No es cierto que la Biblia habla de 'pastores', 'profetas' y 'maestros', dentro de la congregación? ¿Qué se trata de describir con esos términos? ¿Cómo se 'nombraban' a esas personas?

¿Hace falta una estructura de autoridad?

¿Cómo llegaron a existir las congregaciones en el primer siglo? No hay nada que indique que las personas fueran "organizadas" en una congregación. ¿Cómo se formaba una congregación? Se formaba simplemente como resultado de que la gente se congregaba, haciendo esto por fe mutua y por interés mutuo en edificarse unos a otros en esa fe. ¿Qué hay, pues, de los diferentes términos que se encuentran en las Escrituras Cristianas, tales como anciano, superintendente ("obispo", Versión Reina-Valera), diácono ("siervo ministerial", Traducción del Nuevo Mundo), maestro, pastor?

Las circunstancias del primer siglo en este respecto pueden servir de modelo. Éste, sin embargo, no puede ser un modelo preciso. La razón es que no todas las circunstancias permanecen iguales hoy día.

Leemos que la casa o familia de Dios estaba edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular de fundamento". Aunque no está presente sobre la tierra, Cristo Jesús permanece con nosotros y "en unión con él, el edificio entero, unido armoniosamente, va creciendo". Pero esto no es así en el caso de los apóstoles. Ellos ya no están. El mismo hecho de que tenían un propósito 'fundacional' implica que su función era apropiada en las etapas iniciales del cristianismo. Los "profetas" a los que se alude pueden ser profetas cristianos, más bien que los profetas precristianos de las Escrituras hebreas. Si es así, el hecho de que se mencione a los profetas del mismo modo que a los apóstoles indicaría un papel inicial similar en el cristianismo, uno que, como el de los apóstoles, tenía que terminar.

Al igual que muchas otras religiones, los Testigos de Jehová aceptan que no hay sucesión apostólica más allá del primer siglo. No obstante, como hemos visto, aunque no toman el título de apóstol, ni dicen de sí mismos que adoptan el cargo de apóstol, algunos hombres en distintas religiones intentan arroparse a sí mismos con autoridad apostólica. El Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová asume una autoridad equiparable a la de los apóstoles, a veces incluso superior a la de los apóstoles. Los líderes de algunas otras religiones hacen algo parecido. Hoy día sólo podemos ser 'apostólicos' en el sentido de apegarnos a la enseñanza apostólica. Aparte de Cristo Jesús, el Espíritu santo, y la Palabra de Dios, aquellos pocos hombres eran, en virtud de su nombramiento divino, la única fuente externa de autoridad apropiadamente reconocida por cualquier grupo de cristianos congregados. Pero su asignación y autoridad apostólicas recibidas divinamente eran únicas. No existen hoy día. Esto tiene un efecto considerable en nuestro entendimiento de cómo ciertas circunstancias en la etapa inicial del cristianismo pueden diferir de nuestro propio tiempo.

Un arreglo dinámico, no estático

Otro factor que contribuye a nuestro entendimiento es el principio establecido en Efesios 4:11-16. Afirma que los servicios que rinden las personas en las congregaciones, incluyendo los realizados por los apóstoles, profetas, evangelizadores, pastores y maestros, fueron todos diseñados para llevar a la gente a una meta. Como hemos visto, la meta era, no que permaneciesen siendo niños, necesitando que otros les enseñasen y les pastoreasen, sino que tenían que "crecer en toda forma unidos en Cristo, quien es la cabeza del cuerpo". El paso del tiempo debería reducir su necesidad de que otros les rindiesen tales servicios y debería aumentar su propia habilidad para actuar como personas adultas, maduras, que no son constantemente dependientes de otros. En la carta a los Hebreos el escritor reprende a aquéllos a los que se dirige, diciendo: "Después de tanto tiempo ya debíais ser maestros".

Cualquier sistema religioso que perpetúa la dependencia de sus miembros de los servicios de ciertos hombres, está actuando en contra de la meta propuesta. No es que se espere que cada persona se desarrolle para llegar a ser igual que todas las demás, teniendo las idénticas habilidades o "dádivas" en la misma medida. Pero todos deberían llegar a ser cristianos "adultos", maduros en entendimiento y en la habilidad de vivir una vida cristiana, de tomar decisiones maduras que sean suyas propias, no las de alguna otra persona. Todos deberían ser miembros activos del "cuerpo de Cristo", y no deberían estar meramente recibiendo los servicios de otros miembros, sino contribuyendo por sí mismos un servicio valioso y beneficioso. Ese es la imagen que se nos transmite en las Escrituras Cristianas.

En lugar de continuar en la necesidad constante de un servicio de pastoreo por parte de otros, deben adquirir fuerza para ser capaces de acudir por sí mismos en ayuda de los demás. No a los representantes de una iglesia o a los líderes de una organización, sino a los cristianos en Galacia en general, es a quienes Pablo escribe:

Hermanos, si alguno incurre en falta, vosotros que sois hombres de espíritu, debéis corregirle con amabilidad. Y manteneos todos sobre aviso, porque nadie está libre de ser puesto a prueba. Ayudaos mutuamente a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo.

Discutiendo esta exhortación, un comentario afirma:

Es muy impresionante que 'amarse unos a otros', 'llevar las cargas de los demás' y 'cumplir la ley' sean tres expresiones equivalentes. Esto indica que amarse unos a otros como Cristo nos amó, puede llevarnos no a algún acto heroico espectacular de autosacrificio, sino al ministerio mucho más mundano y falto de espectacularidad de llevar las cargas. Cuando vemos a una mujer, un niño o un anciano llevando una carga pesada, ¿no nos ofrecemos para llevarla por ellos? Así, cuando vemos a alguien con cargas pesadas en su corazón o mente, debemos estar dispuestos a ponernos a su lado y compartir su carga. De modo similar, debemos ser suficientemente humildes para permitir que otros compartan las nuestras. Ser un llevador de cargas es un gran ministerio. Es algo que puede hacer y debe hacer cada cristiano. Es una consecuencia natural de andar en el Espíritu. Cumple la ley de Cristo.

Énfasis en servicio y función, no en cargo y posición

Un factor final que requiere consideración es que las diferentes designaciones de pastor, maestro, evangelizador, y así por el estilo, describen servicios que deben rendirse, trabajo que debe hacerse a favor de la comunidad cristiana, no cargos en el sentido de posiciones institucionales en un arreglo estructurado. Como hemos visto, el apóstol menciona "apóstoles, profetas, maestros" en su comparación de la comunidad cristiana con el cuerpo humano. Pero antes de eso él describe las dádivas espirituales que capacitan a todos, a cada uno de los miembros (por tanto, incluso a los apóstoles, profetas y maestros) para cuidarse mutuamente unos de otros, y al hacerlo así, él pone la atención, no en cargos o posiciones organizacionales, sino en servicios y trabajo, diciendo:

Hay diferentes maneras de servir, pero es a un mismo Señor a quien servimos Y hay diferentes maneras de hacer las cosas, pero es un mismo Dios el que las hace en todas las personas. Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para el provecho de todos. . . Pero todas estas cosas las hace el único y mismo Espíritu, el cual reparte las diferentes capacidades a cada persona según él mismo quiere.

El apóstol Pablo demuestra el énfasis en el servicio o en la actividad realizada, más bien que en el cargo, empleando a veces simplemente una forma verbal en lugar de un nombre. Como ilustración, si uno emplea el nombre "presidente", se transmite inmediatamente la idea de un cargo. Si en su lugar se emplea la forma verbal "presidir", la idea recae sobre la acción y no sobre el cargo o la posición. En el versículo 28 de la porción antes citada de 1 Corintios 12, junto con nombres tales como "apóstoles", "maestros", "profetas", el apóstol también lista algunos formas verbales como "asistir a los necesitados" y "presidir la asamblea". Algunas traducciones convierten estas formas verbales en nombres, tales como "ayudantes, administradores" (The Revised Standard Version), "ayudantes, buenos guías" (Jerusalem Bible), "ayudantes, consejeros" (Phillips Modern English), "asistentes, administradores" (New American Bible, Edición Revisada), "[los que tienen] habilidad para ayudar a otros o poder para guiarlos", (The New English Bible). Como afirma el erudito Robert Banks:

[Las dos formas verbales griegas] simplemente significan prestar asistencia y dar dirección de un modo menos personalizado. . . . 'obras de ayuda' e 'iniciativas prácticas' son tan cercanas entre ellas como sea posible. Otra vez, estos términos no son de carácter técnico. Ciertamente, no tienen que ver con posiciones oficiales en la iglesia. Su aplicación a funciones, más bien que a personas envueltas en esas funciones, su rango tan bajo en la lista de dádivas y, quizás, su aparición sólo aquí en el Nuevo Testamento, apoyan esto.

En la obra New International Dictionary of New Testament Theology, Tomo I, página 197, encontramos este comentario:

El presente escritor cree que en la iglesia conocida por Pablo todavía no había cargos institucionalizados o diferenciados con precisión. . . . Esto se confirma por la lista de dádivas en Rom. 12:8, donde el prohistamenos ["dar dirección" o "cuidar de"] se caracteriza por spoude (celo). El prohistamenos se lista junto al didaskon (el que enseña), el parakalon (el que exhorta), el eleon (el que hace obras de caridad). Todas estas palabras son formas verbales, que sugieren una actividad más bien que un cargo

Otro factor digno de tener en mente, si queremos desarrollar un punto de vista exacto en este campo, es que a menudo las palabras del lenguaje original permiten una variedad bastante amplia de significados. Algunos traductores escogen aquellos significados que dan apoyo al concepto de un arreglo estructurado y de considerable autoridad oficial. Como ejemplo, la New American Bible emplea en Romanos 12:8 la expresión "el que manda debería ejercer su autoridad con cuidado". Aquí la expresión "el que manda" es una traducción del griego ho proistámenos (literalmente, el [uno] que está de pié delante). Otras traducciones que dan un tono autoritario a su traducción emplean términos tales como "el hombre con autoridad" (Phillips Modern English), "líder" (The New English Bible, The New Revised Standard Version) "liderazgo . . . gobierno" (The New International Version). No obstante, la Revised Standard Version vierte esta misma expresión simplemente como "el que da ayuda". ¿A qué es debida esta diferencia?

Es debida a que el término del lenguaje original (proistemi) tiene una amplia gama de significados. Fuentes consultadas indican que puede significar guiar, dirigir, asistir, proteger, representar, cuidar de, apoyar, preocuparse de, aplicarse en. El contexto es la guía para saber cuál de estos significados es apropiado y generalmente en los lugares de las Escrituras Cristianas donde aparece este término, los traductores escogen entre los dos sentidos de "dirigir" y "cuidar de". Los que se inclinan por dar un tono de autoridad, lo hacen; los que favorecen un sentido de cuidar y de apoyar, lo indican de modo similar con su traducción. Sea cual sea el caso, la traducción "el que da ayuda" tiene validez plena y ciertamente armoniza bien con el espíritu de las Escrituras Cristianas como un todo, y particularmente con el ejemplo y el espíritu del Hijo de Dios.

La misma expresión aparece en 1 Tesalonicenses 5:12, donde encontramos esta exhortación (según vierte The New Revised Standard Version):

Apelamos a vosotros, hermanos y hermanas, para que respetéis a los que trabajan duro entre vosotros, y están a cargo de vosotros en el Señor y os amonestan.

Encontramos otra vez un rango similar de traducciones de esta expresión. Algunas leen: "[los que] ejercen autoridad en el Señor" (New American Bible); "[aquéllos] sobre vosotros en el Señor" (The Revised Standard Version). Otras traducciones, sin embargo, leen: "[los] que os conducen en el servicio del Señor" (AT), "[los] que el Señor ha escogido para guiaros" (Today's English Version), "[los] que os dirigen y aconsejan en el Señor" (Versión Popular), "[los que] os presiden en el Señor y os amonestan" (Versión Reina-Valera), "[los que] os presiden y os aconsejan en el nombre del Señor", (Versión Interconfesional). Otra vez aquí en este versículo, igual que en 1 Corintios 12:28, no se emplean nombres, sino las formas verbales "trabajando", "cuidando (o conduciendo)", y "enseñando (o amonestando)". Indicando las diferencias que esto produce, Banks comenta:

Estas tres palabras juntas indican simplemente el esfuerzo invertido por estas personas en llevar a cabo sus tareas, el carácter apoyador de su trabajo y la nota de exhortación y de advertencia apropiada para ello. . . . lo que está en juego aquí no son posiciones oficiales dentro de la comunidad, sino funciones especiales.

Puntos de vista estrechos debido a prejuicios

Aparte de las preferencias de ciertas traducciones, nosotros mismos podemos permitir que nuestro entendimiento del pasado quede influenciado por lo que vemos que es normal en nuestro día. Tenemos la tendencia natural a transponer o proyectar hacia atrás los puntos de vista existentes, superponiéndolos a las circunstancias pasadas. Si vivimos en una sociedad altamente estructurada, o estamos acostumbrados a un sistema religioso estructurado, quizás permitamos que esto influya en el entendimiento que tenemos de algunas expresiones bíblicas de algunos modos que van más allá de lo que muestra la evidencia.

Si vemos la palabra "ministro" en un texto bíblico, quizás pensemos en "ministros" religiosos tal como los vemos hoy día. Sin embargo, la palabra empleada por los escritores cristianos (diakonos) significa simplemente un "sirviente, ayudante, asistente". El sentido llano, humilde que transmite la palabra tal vez se expresa del mejor modo en la declaración de Jesús:

Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor [diakonos, "ministro" (Traducción del Nuevo Mundo)], y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido [del verbo diakoneo, "para que se le ministrara" (Traducción del Nuevo Mundo)], sino para servir.

En este sentido básico, todos los cristianos, no solamente una o unas pocas personas de un grupo, deberían ser "ministros", es decir, personas que se ponen ellas mismas al servicio de otros. Ser un "ministro" en este sentido es bien diferente de lo que la mayoría de las personas entendería hoy que significa ese término.

La misma palabra griega se vierte "diácono" en algunos casos, y esto también nos lleva a pensar en términos de un cargo de iglesia, mientras que otra vez el sentido es simplemente el de un "ayudante" o "asistente", de alguien que sirve de alguna forma necesaria. Las Escrituras no dan ningún detalle ni establecen ninguna función específica ni forma de servicio para los llamados a servir de este modo para beneficio de un grupo.

Algunas traducciones a menudo vierten el término episkopos como "obispo" y para el lector es prácticamente imposible en este caso no pensar en términos de cargo eclesiástico. Incluso cuando se encuentra la traducción más correcta "superintendente", todavía puede existir la tendencia a pensar en supervisión en sentido oficial y organizacional. Yo pensaba de ese modo hasta que trabajé en el artículo "Superintendente" para el libro Ayuda para entender la Biblia y vi entonces que el sentido básico del término no requiere en absoluto esa visión. Como afirma el material preparado para esa obra en relación con la fuente original del término:

Por lo tanto, el Theological Dictionary of the New Testament . . . muestra que las formas verbales (episkopéo y episképtomai) se usaban básicamente en el sentido extrabíblico de "mirar", "pensar", "tener en cuenta algo o alguien", "velar por", "reflexionar en algo", "examinarlo", "someterlo a investigación", y "visitar", usándose en este último sentido especialmente con referencia a visitar a enfermos, sean estas visitas de amigos para atender al enfermo o del médico mismo. La mencionada obra también dice que la Versión de los Setenta utiliza estos términos en el sentido más profundo de "estar interesado por algo", "cuidar de algo", y lo aplica de esta manera a un pastor y sus ovejas.

Puesto que en su uso seglar, el término (episkopos) puede emplearse para significar supervisar, escrutar e inspeccionar, podríamos superponer a las referencias de las Escrituras Cristianas la idea de un superintendente o supervisor organizacional que "supervisa" la actividad de otros, inspeccionándolos y urgiéndoles a su trabajo asignado. Pero ¿por qué deberíamos hacerlo cuando el término por sí mismo no lo requiere? Incluso donde fuese admisible semejante definición, ¿por qué adoptarla preferentemente en lugar del sentido básico e igualmente válido de un interés aplicado, de mirar de visitar a una persona motivados por interés en sus necesidades? De seguro que este sentido armoniza mucho mejor con el espíritu de las declaraciones de Cristo a sus discípulos, con los principios de servicio humilde que él difundió. Pablo capturó este espíritu en su afirmación:

No es que queramos imponeros lo que tenéis que creer, pues ya estáis firmes en vuestra fe; más bien queremos ayudaros a tener más gozo.

Ancianos en la comunidad cristiana... Se 'nombraban', ¿Cómo?

El término más básico relacionado con la dirección en una congregación es el de anciano. En los lenguajes bíblicos, la palabra significa simplemente "persona de más edad". Sería un error pensar que el concepto de anciano es algo vinculado inherentemente a la religión. En realidad, es quizás la forma más antigua de dirección de comunidad que se conoce en la historia. En tiempos bíblicos, Egipto, Moab, Madián, Gabaón tenían sus ancianos, quienes actuaban en representación de las familias de las comunidades de su residencia. Cuando Israel se estableció en Canaán, cada ciudad y cada pueblo tenía sus ancianos que servían de manera similar. No se les describe como una especie de cuerpo de administradores funcionando continuamente de modo oficial. Más bien, eran evidentemente personas respetadas que estaban disponibles siempre que surgía la necesidad, que estaban preparados cuando se les requería para prestar ayuda en el trato con dificultades o problemas, fuese a favor de una persona o de la comunidad como un todo. No hay nada que indique que había algún modo de nombramiento de los ancianos israelitas en un sentido organizacional -ningún rey, ningún sacerdote los "nombraba" como ancianos- ni de que se les considerase como que estaban ocupando un "cargo". La ausencia de toda evidencia en este sentido parecería indicar que más bien era simplemente cuestión de que un hombre fuese estimado por la comunidad como una persona que manifestaba sabiduría y juicio sano, de que fuese reconocido como tal por los que ya eran considerados ancianos de la comunidad. Sería considerado como anciano básicamente como resultado de lo que era como persona. Todo el asunto reflejaba la actitud de respeto y de deferencia que se mostraba en aquellos tiempos a las personas de edad y de experiencia, tanto en la familia como en la comunidad.

Cuando se formaron las comunidades cristianas, entró en vigor un modelo similar de dirección y de ayuda. Es cierto que leemos que Pablo y Bernabé "nombraron ancianos" en varias ciudades que visitaron, y que Pablo dio instrucciones a Tito de "nombrar ancianos" ("establecieses ancianos", Versión Reina-Valera) en diferentes lugares de Creta. No obstante, la obra Theological Dictionary of the New Testament, dice con respecto a Hechos 14:23:

En el griego seglar, presbyteros significaba simplemente 'hombre de edad' - por lo menos fuera de Egipto. Posiblemente Lucas lo entendió de este modo en Hechos [14:23]. Si fue así, entonces Pablo nombró a algunos de los 'ancianos' para una responsabilidad particular, no a algunas personas a la posición de anciano.

Sea cual fuere el caso, aquellas eran circunstancias especiales y envolvían la autoridad apostólica, ejercida o directamente, o a través de un delegado (como en el caso de Tito), una autoridad que ya no existe. Es cierto que no todos los ancianos en todos los lugares llegaron a serlo por visita personal de apóstoles o de representantes de apóstoles, y no se dice nada relativo a que la condición de anciano fuese conferida por correspondencia en tiempos cristianos. Por lo tanto, el que ellos llegasen a ser ancianos era evidentemente el resultado de que fuesen estimados localmente como personas con sabiduría y juicio sano, resultando en que fuesen reconocidos como hermanos ancianos por aquellos con los que se congregaban. Y, como sugiere la fuente citada, en tales casos cualquier "nombramiento" que recibiesen no era para convertirse en anciano, sino un nombramiento de alguien que ya era anciano para rendir algún servicio particular en la congregación. (Vea el Apéndice para más información).

De este modo, parece que los arreglos en tiempos bíblicos han seguido líneas muy naturales. A los cristianos se les representa como una hermandad, con una atmósfera de familia. En una familia en la que el cabeza de la casa (en este caso Cristo) estuviese ausente, se encargaría por lo general a los hermanos mayores del cuidado de la casa. Su deber sería servir a la familia de modo colaborador y protector, representando fielmente al cabeza ausente-pero nunca actuarían como si ellos mismos fueran el cabeza. No promoverían su propia voluntad o establecerían reglas de su propia hechura, sino que en su lugar les recordarían fielmente a los otros miembros de la casa lo que el cabeza les había dado en forma de consejo, de instrucciones o de normas a seguir.

En cualquier grupo de personas que se reúnan hoy como cristianos, existirán razonablemente personas que son respetadas por mostrar sabiduría y juicio sano y que, si la ocasión lo requiere, pueden responder a las necesidades personales de un individuo, o pueden actuar a favor del grupo como un todo en asuntos de preocupación. El "nombramiento" formal no se sugiere en las Escrituras como esencial de modo alguno. El mismo arreglo como de familia que se dibuja en las Escrituras parece que va en contra de esta formalidad.

No se juzguen unos a otros

La Atalaya del 15 de noviembre de 1997, pag. 20-21, hizo una breve pero sustanciosa descripción sobre los atributos de los cristianos, diciendo:

Hablar contra un compañero de creencia es un pecado. (Santiago 4:11, 12.) Sin embargo, algunos critican a sus compañeros cristianos, quizá debido a su propia actitud de superioridad moral o porque quieren elevarse ellos mismos rebajando a los demás. (Salmo 50:20; Proverbios 3:29.) El término griego que se traduce ‘hablar contra’ denota hostilidad e implica hacer una acusación exagerada o falsa, lo cual equivale a juzgar adversamente al hermano. ¿Por qué supone esta acción ‘hablar contra la ley de Dios y juzgarla’? Pues bien, los escribas y los fariseos ‘ponían diestramente a un lado el mandamiento de Dios’ y juzgaban según sus propias normas. (Marcos 7:1-13.) De igual manera, si condenamos a un hermano que Jehová no condena, ¿no estaríamos ‘juzgando la ley de Dios’ y pecando al implicar que esta es inadecuada? Y al criticar injustamente a nuestro hermano, no cumpliríamos la ley del amor. (Romanos 13:8-10.)

Recordemos lo siguiente: "Uno solo hay que es legislador y juez", Jehová. Su ‘ley es perfecta’, sin deficiencia alguna. (Salmo 19:7; Isaías 33:22.) Solo Dios tiene el derecho de fijar las normas y reglas para la salvación. (Lucas 12:5.) De modo que Santiago pregunta: "¿Quién eres, para que estés juzgando a tu prójimo?". No es prerrogativa nuestra juzgar y condenar a los demás. (Mateo 7:1-5; Romanos 14:4, 10.) El reflexionar sobre la soberanía e imparcialidad de Dios y sobre nuestra propia pecaminosidad debería ayudarnos a no juzgar a los demás con aires de superioridad moral.

Observe la terminología que hemos subrayado intencionadamente. Según esto, la labor de un cristiano no es principalmente la de juzgar y condenar a otras personas, sin embargo es notorio señalar como la labor atribuida a los ancianos es principalmente la de 'vigilar' el rebaño, y la de 'juzgar' y 'condenar' a aquel que infinge las normas establecidas por la Watchtower.

En La Atalaya del 1 de Julio de 1992, pág. 14, dejaron bien claro esta idea al decir:

JEHOVÁ, como Juez Supremo, ha delegado autoridad judicial a su Hijo. (Juan 5:27.) A su vez, Cristo, como Cabeza de la congregación cristiana, utiliza a la clase del esclavo fiel y discreto y su Cuerpo Gobernante para hacer nombramientos de ancianos, quienes en ocasiones tienen que servir de jueces. (Mateo 24:45-47; 1 Corintios 5:12, 13; Tito 1:5, 9.) Como jueces sustitutos, los ancianos están obligados a seguir con sumo cuidado y atención el ejemplo de los Jueces celestiales: Jehová y Cristo Jesús.

Así pues, a los ancianos le es asignada la labor de 'juez sustituto', y es por esto que es colocado en manos de estos hombres, los atributos de ordenar, juzgar, y penalizar a otros como si de jueces mismos se trataran, con determinaciones de gran trascendencia para la persona juzgada y condenada.

Como no hay pasajes o relatos en el Nuevo Testamento que definan con claridad estas prerrogativas, es curioso como los testigos de Jehová buscan y seleccionan pasajes de las Escrituras Hebreas ó Antiguo Testamento, que entremezclan hábilmente con pasajes del Nuevo Testamento en los que aparentemente se da permiso para que unos cristianos tengan esos poderes sobre otros, y se los asignan directamente a estas personas 'nombradas' para que los utilicen con exclusividad.

Por ejemplo: la instrucción que dio Jesús en Mateo 18:18 sobre 'hablar a la iglesia', la aplican a los 'ancianos'. La 'iglesia' en ese texto, para los testigos de Jehová no son los componentes de la congregación o grupo con el que se reunen, sino los 'ancianos' de esa iglesia.

La instrucción de Pablo de 'remover al hombre inícuo de entre ellos' también la aplican a los 'ancianos'. El 'reajuste' mencionado en Gál 6:1, 2 es responsabilidad exclusiva de ello. El instrucción de 'señalar' a los desordenados de 2Tes 3:14, 15 debe ir precedida de un discurso de los ancianos. Las instrucciones a la congregación de censurar al pecado, también aplica a los ancianos. Los que 'trabajan duro y presiden en el Señor' (1 Tesalonicenses 5:12, 13) son los ancianos. Los ancianos cristianos deben "[hablar] confortadoramente a las almas abatidas" cuando se les llame. También deben ‘apoyar a los débiles, y tener gran paciencia para con todos’. (1 Tesalonicenses 5:14.) Y así podríamos encontrar centenares de referencias que van dirigidas a todos y cada uno de los componentes de 'iglesias', que ellos entienden y exclusivizan como dirigidas a los ancianos.

Observe la sutileza expresada en La Atalaya del 15 de mayo de 1993, pág. 16#19 para centrar la atención exclusiva de una labor, sólo en los ancianos:

¿Cómo podemos llevar las cargas los unos de los otros y, a la vez, nuestra propia carga? La clave está en que entendamos la diferencia entre el significado de las palabras griegas traducidas "cargas" y "carga de responsabilidad". Si un cristiano llegara a tener problemas espirituales muy difíciles de sobrellevar, los ancianos y otros compañeros de creencia deberían apoyarlo y ayudarlo a llevar sus "cargas". No obstante, se espera que la persona misma lleve su propia "carga de responsabilidad" con respecto a Dios. Los ancianos llevan con gusto "las cargas" de sus hermanos al animarlos, darles consejo bíblico y orar a favor de ellos. Sin embargo, no nos quitan nuestra "carga" personal de responsabilidad espiritual. (Romanos 15:1.)

Primero, aplican las palabras de Pablo a 'los ancianos y otros compañeros de creencia', dejando en un lugar secundario a estos 'otros', y centrando la atención en los primeros. Después, es fácil para ellos, dirigir la mente de sus lectores para que identifiquen sólo a los ancianos como los llevadores de 'cargas'. ¡Genial!

Y es que, los dirigentes de los testigos de Jehová son hábiles manejadores de las Escrituras a la hora de utilizar los textos, las frases y las palabras convenientes que sigan sosteniendo la actual estructura piramidal y de poder que les mantiene en el lugar privilegiado de la propia cúpula. Sin estos poderes intermedios, la cúpula de la pirámide no existiría. Así pues, revisten la labor de ellos, de diversas 'golosinas' que los mantengan afanados y entretenidos, pues saben que de esta manera se sostienen ellos mismos.

Y es curioso como estos hombres se dejan llevar y caen en la madeja que habilmente se les teje. La Atalaya del 1 de junio de 1999, hace referencia a las palabras de Pablo en Efesios 4:7-16. En ellas, nada se dice de "ancianos", "superintendentes" ni nada parecido, pero son la columna vertebral de este estudio. Pero leamos el pasaje para ver que dice:

7 Ahora bien, a cada uno de nosotros se le dio bondad inmerecida según la manera como el Cristo dio por medida la dádiva gratuita. 8 Por lo cual él dice: "Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas [en] hombres". 9 Ahora bien, la expresión "ascendió", ¿qué significa, sino que también descendió a las regiones inferiores, es decir, a la tierra? 10 El mismísimo que descendió también es el que ascendió muy por encima de todos los cielos, para dar plenitud a todas las cosas. 11 Y dio algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como evangelizadores, algunos como pastores y maestros, 12 con miras al reajuste de los santos, para obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo, 13 hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, a un hombre hecho, a la medida de estatura que pertenece a la plenitud del Cristo; 14 a fin de que ya no seamos pequeñuelos, aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error. 15 Antes bien, hablando la verdad, por el amor crezcamos en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo. 16 De él todo el cuerpo, por estar unido armoniosamente y hacérsele cooperar mediante toda coyuntura que da lo que se necesita, conforme al funcionamiento de cada miembro respectivo en la medida debida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor.

Curiosamente, las palabras que inicialmente aplicaban a prisioneros de guerra o cautivos, (Salmo 68:18) fueron utilizadas por Pablo para describir los instrumentos utilizados por Cristo para reajustar y edificar su propio cuerpo. Con un pequeño matiz: mientras esas 'dádivas' eran prisioneros o cautivos que posteriormente estuvieron a disposición de los levitas, las 'dádivas en hombres' no eran una clase clerical, que ocupaban una posición de privilegio y superioridad para con los demás cristianos, sino que eran TODOS los cristianos, cada uno en la medida de su don, contribuyendo "hasta que todos logremos alcanzar la unidad en la fe y en el conocimiento exacto del Hijo de Dios, a un hombre hecho, a la medida de estatura que pertenece a la plenitud del Cristo". Pablo, se incluye así mismo en el proceso de 'ser unificado en la fe y el conocimiento' a pesar de que Pablo era evidentemente una 'dádiva', es decir, cada cristiano es 'dádiva' y al mismo tiempo es parte del cuerpo a unir gracias a los demás, pues cada miembro "contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor".

Todos y cada uno de los cristianos tienen o reciben la 'dádiva gratuíta' o 'don' y con ella edifican el cuerpo. Nadie hay por encima de nadie. Cristo los toma a todos, porque todos componen su cuerpo, y los coloca como quiere, y les da los dones que quiere, y estos miembros al poner operativo dichos dones se edifican unos a otros, y crecen y ya no son 'pequeñuelos, aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error', sino que tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.

Las palabras de Pablo son una confirmación de que la profesión del cristianismo es un acto de libertad e individualidad que tiene un proyección hacia los demás, cada uno según los dones y bondades que recibe. (1 Pedro 4:10; 1 Cor 4:7). Nadie es mayor que nadie. Nadie 'manda' mas que nadie. El que 'preside' es el que más trabaja en favor de los demás. Para 'presidir' no necesita un 'nombramiento' especial, sino que es su propia disposición y el reconocimiento de los demás el que le lleva a colocarse delante.

En todo este embrollo que han montado, no olvidan por supuesto, seguir advirtiendo contra toda aquella persona que leyendo la Biblia y La Atalaya, observa las contradicciones y lo dice abiertamente:

En cuarto lugar, Jehová suministra a las "dádivas en hombres" para protegernos contra la influencia de "todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres, por medio de astucia en tramar el error" (Efesios 4:14). La palabra original que se traduce por "tretas" significa "juego engañoso de dados" o "habilidad para manipular los dados". ¿No nos recuerda eso la astucia con la que actúan los apóstatas? Mediante hábiles argumentos manipulan las Escrituras para desviar de la fe a los verdaderos cristianos. Los ancianos deben tener cuidado con esos "lobos opresivos" (Hechos 20:29, 30).

El poder de los ancianos es la base del poder del 'cuerpo gobernante'. Por eso, a menudo se recalca este poder y se alimenta, para que en las congregaciones quede claro quien manda. Y cuando uno cuestiona dicho poder "más bien que abordar francamente y con sensatez la evidencia presentada por personas que cuestionan su exigencia de autoridad, la organización Watch Tower expulsa a quienes se expresan en ese sentido". (En Busca de Libertad Cristiana, cap. 10).

Cuando se puso en cuestión el apostolado de Pablo, él no eludió el desafío, sino que contestó a sus detractores con amplia evidencia que confirmaba su apostolado, haciendo frente a las cuestiones, quejas o acusaciones de sus opositores. Y, como él mismo dijo, no lo hacía por afán de autoridad o para "amedrentarlos" ni por carta ni por hechos. El no "se atrevió a... recomendarse a sí mismo" presuntuosamente, ni utilizó "armas carnales" de hostigamiento, fraude o sofistería, como lo hicieron sus detractores; no recurrió a la amenaza de excomunión hacia quienes cuestionaban su posición.

Aquí no solo se expulsa al disidente sin más, sino que se buscal apelativos nada lisonjeros que se repiten hasta la saciedad. Resulta que toda aquella persona que cuestiona su poder y autoridad, para interpretar la Biblia, es un 'lobo opresivo' sin más. ¿A quién oprimen estas personas? ¿Cómo lo hacen? No hay respuestas, pero como suena bien al oído, pues sueltan el insulto sin darse cuenta de que, cada vez que se miran al espejo les crecen las orejas para seguir 'espiando', y la boca para seguir 'comiendo', y los dientes para seguir 'masticando', y la nariz por mentirosos... todo, para seguir oprimiento al pobre testigo de a pié, hombre y mujer de buena voluntad que vieron en ellos una vía de escape al mundo que vivimos más bien que en el propio Dios y Jesucristo.

Pero como a todos los lobos, por muy disfrazados que vayan, siempre se les descubre en cuanto asoman sus patas por debajo de la puerta, esto les está ocurriendo en la mayoría de países donde la nueva tecnología se adentra. En los pasados dos años, en más de 20 países los Testigos han bajado su número de adeptos; en más de 50 su progreso ha sido '0'. Y es que se les ven las 'patas'.

Muchos ex-miembros seguiremos trabajando para que la mayoría se de cuenta que en vez de 'patas', lo que asoman son 'garras'.